Dramaturgia. Tramoyistas

TRAMOYISTAS 


Abril 4 del 2006


PERSONAJES:

RAIMUNDO: Coordinador del teatro
LA SECRE: Su secretaria


TRAMOYISTAS
CHINO (Jefe de tramoya)
CHON
EL POLLO (Rapado)
EL GALLO
EL TÍO (Persona mayor)
JUAN: El tramoyista muerto

UTILEROS
NACHO EL TIERNO (Jefe de utilería)
EL PADRECITO
CHICHARO
RICARDO

SONIDISTA
JOSÉ LUIS

TRASPUNTE
MANUEL (Bajo de estatura y delgado. Aproximadamente cincuenta años)

VESTUARISTAS
CRISTINA
EVELYN (Joven)

ILUMINADORES
SALOMÓN
GUASÓN
EL PAI
EL CÓNDOR

ACOMODADORES
EL CHAVITO (Un viejo)
EL DIABLO

VIGILANTES
EL COSITAS
AMADO TOMILLO



ACTO UNO

CUADRO UNO


El escenario: Foro desnudo de un teatro en desuso desde hace algún tiempo. Las piernas, afores y ciclorama se encuentran en los telares, de modo que desde cualquier ángulo de la sala se observa en las cajas o desahogos, escenografía apilada, algunos racks con vestuarios diversos, utilerías múltiples y materiales. De algunas varas además de los reflectores, penden decorados, gasas y telones, así como algunos trastos escenográficos. Durante este cuadro se verá acción constante en el escenario por parte de todos los que allí trabajan: tramoyistas, utileros, encargadas de vestuario, técnicos en sonido e iluminadores. Independientemente a las acciones señaladas en el texto es conveniente que se vea constante movimiento. Algunos cruzan el escenario con rapidez. Otros se quedan observando algo. Uno más entrara con una cubeta y trapeador etc.  



I
La escena se encuentra en penumbra. Por la izquierda actor entra El Chicharo - utilero del teatro-  y prende una luz de trabajo.

CHICHARO: (Cruza distraídamente el escenario mientras musita) No entiendo... palabra que no entiendo. (Desanudando las piernas de lado izquierdo actor) ¡Y vuelta otra vez!.. ¿Para qué seguimos manteniéndolo todo en su lugar y listo? Si aquí no se da función desde hace... Hasta rancio huele.  Si pudiera largarme de una buena vez lo haría. (Se interrumpe para levantar un clavo torcido del piso) ¡Un clavo! Y apuntando directamente hacia mí humildísimo ser de utilero...  según que dicen los actores es de buena suerte. (Mira hacia los telares) ¿De donde habrá salido este clavo? Aquí hace mucho que no se construye nada... hoy sí, porque al “méndigo” Chino se le ocurrió reparar una escenografía que para el caso da igual. Pero el teatro: limpio y listo, eso siempre...

Guarda el clavo en su cartera y hace ademán de mutis. Un grito desde telares lo interrumpe en su intento.

GALLO: (Grita desde telares) ¡Nacho!..

CHICHARO: (Hacia telares) ¿Qué quieres?..

GALLO: ¡No, tú no! Nacho. ¿Dónde está Nacho?

CHICHARO: (Haciendo mutis, derecha actor. Grita voz en cuello) ¡Nacho... te habla Gallo!

NACHO: (Entrando) ¿Qué quieres Gallo? Estoy almorzando. Ni almorzar tranquilamente puede uno en este teatro, más muerto que los espíritus de los muertos que rondan los camerinos... a no ¿verdad? esos deben andar bien vivos porque pues son espíritus y sí se mueven... Además yo soy utilero. Que te ayude el Pollo o Chon…

GALLO: ¡Cállate y sube!

NACHO: ¿Para qué?

GALLO: (Como si hiciera gran esfuerzo) ¡Sube! El Pollo no tiene para cuando...

NACHO: Voy pues... (Sale por donde entró)

Por el fondo entran El Chino y Chon. –Tramoyistas - Llevan un banco de carpintería. Lo dejan en el centro del escenario arriba y salen.

GALLO: (Desde tramoya) ¡Carajo! (Grita) ¡Tío!.. ¡Tío!

EL TÍO: (Entra con pesadumbre  izquierda actor) ¡Ya oí!

GALLO: (Desde Tramoya) ¡Voy a bajar la vara del decorado de la puerta! Quita a un lado la mesa.

EL TÍO: (Con desgano) ¿Para qué, Gallo?

GALLO: ¡Para repararla!

EL TÍO: ¿Sí, pero para qué?

GALLO: (Mientras que bajan el trasto de la puerta) ¡Ya ves!.. El Chino.

CHINO (Entrando de nuevo con una caja de herramientas. Lo sigue Chon que carga unas tablas y tela) ¡Hazte para un lado Tío!

NACHO: (Desde tramoya) ¡Quita la mesa Chino!

CHINO: ¡Ayuda Tío! (El Tío mueve la mesa hacia el frente y baja el trasto en su totalidad)

Por el fondo pasa lentamente Manuel, el traspunte del teatro, con su periódico bajo el brazo. Se detiene arriba derecha actor, se recarga sobre el muro desnudo del ciclorama, ajusta sus lentes y se pone a leer absorto. Pasan también las vestuaristas Cristina y Evelyn con unos racks de vestuario, solo que en sentido inverso al de Manuel, y se meten en el desahogo de la derecha pero sin perderse de vista. Allí acomodan otros vestuarios en los racks.

TÍO: Insisto, ¿para qué? Si aquí ya no pasa nada.

CHINO: La gasa está raída ¿No te acuerdas?

TÍO: Está raída desde hace un año.

CHON: Por eso...

TÍO: ¿Y?

CHINO: (Reprendiéndolo) ¡Hay que repararla,  y otras cosas de igual modo! Así que mejor despabílate.



II
El Pollo, -otro tramoyista- entra corriendo por izquierda actor con una peluca de la época de Luís XIV y un bastón en la mano. Al pasar por donde las vestuaristas acomodan el vestuario,  toma uno de los racks y se lo lleva rodando a proscenio.

CRISTINA: (Ademán de seguirlo) ¡Pollo, caramba, “estése” quieto!

El Tío se reirá en momentos de buena gana, durante todo el tiempo que dure la siguiente acción.

EL POLLO: (Jugando, teatral) ¡Señores! Señores... Señoras. Esta es la tercera llamada y... (Al tiempo se pone una camisa adornada con  ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas, muy de la época, y se ajusta una espada.) Y esta, (Señala el trasto de la puerta) esta señores es la puerta del gran palacio de “Versallés”; incomparable en tamaño y en “magnornificencia”. Un monumento señores, de la arquitectura, pintura, escultura, diseño interior, jardinería y tecnología “constroarctiva” de la vieja Francia y, este, (Se señala así mismo) Es un humilde paje de la corte del honorable Luis 1V. (Rechifla general)

CHINO: ¡Mejor ya ponte a trabajar Pollo!

CHON: (Al Chino, confidencial) Te dije: cierra “la cava” con llave Chino. Ya ves… hasta acá llega el tufo. 

POLLO: (Golpea tres veces el piso con su bastón) Y aquel que allá viene, pálido como una calavera y adornando de gran gala el salón imperial, es el Conde de Saun utileríe: ¡Nachoe el Tiernoe!

Entra Nacho que ha bajado de tramoya. Toma de uno de los racks un sombrero de época y se lo pone muy  dispuesto a jugar.

MANUEL: (Desde su lugar, ve por sobre un periódico) ¡Ay! Nachito... Nachito... Nachito. (Cambia de hoja y continúa leyendo)

NACHO: (Al Pollo dizque hablando francés) Yo estabe almorzendore, misie pajue de la cohoorteré. (Hace reverencias a diestra y siniestra) Cuandu ele Vis Condé Gallé me distrajé.

CHON: (Haciendo mofa) ¿Vis Condé Galle?.. (Se ríe) Ma no me.

GALLO: ¡Chon, deja a esos ridículos y súbete y ayúdame con las varas de luces!

CHON: (Jugando burlón) Sí, Don Condé Lei Galle. (Sale)

GALLO: (Gritando) ¡Salomón, voy a bajar las varas! ¡Pollo!.. ¡Pollo! Súbete a ayudar, caramba. En vez de andar con tus ridiculeces gánate la chuleta.  

Ricardo,  El Padrecito y El Chicharo – utileros- Entran con algunas cosas de utilería por la derecha y salen por la izquierda. Luego vuelven a entrar y les ayudan al Chino y al Tío con las telas y las tablas que han puesto sobre el caballete. 

POLLO: (Golpea con su bastón tres veces. Refiriéndose a los que entran) El Márquez Ricardo quinto y el Padrecito de la corterterité…

NACHO: ¡Sumo pontíficere de la cortere! (Al Poyo) ¿Y al Chichare no lo presentais, pajue?

POLLO: El Chicharrro, príncipe de Cataluña y gran artífice de... de...

NACHO: La utiliri-e, tamvie-ne.

SALOMÓN: (Entrando, grita hacia telares) ¡Vienen Gallo!.. (Baja una vara de luces. Gran movimiento) 



III
Raimundo el coordinador del teatro aparece en la sala, acompañado de Inés la secretaria, (La Secre)  El Chavito y El Diablo (acomodadores).

RAIMUNDO: (Con voz que intenta poner orden) Señores...

NACHO: (A el Poyo) Desenvaine su espade pajue.

POLLO: ¿Y por quére vis condere?

NACHO: Por qué quere, pajue y punte. (Gran batalla)

RAIMUNDO: ¡Señores… señores por favor, les pido su atención!

POLLO: (A Nacho) ¡Cobarde villano!

NACHO: (Dando una estocada) ¡Muerto se!

RAIMUNDO: ¿Ya estuvo suave no? Chino pon orden.

CHINO: (A Nacho y al Pollo) ¡Ya párenle! (A Raimundo) ¿Qué pasa?

RAIMUNDO: ¿Dónde están El Pai, El Guasón y El Cóndor? (Van entrando por izquierda actor) Nacho, quítate ese sombrero y llámales también a los de vigilancia.

NACHO: ¿Y a esos para que Rai? (De tramoya bajan dos varas de luces más)

RAIMUNDO: Tú llámales. (Nacho le arroja elegantemente el sombrero a Cristina, pone la espada en su lugar y sale por la sala hacia el lobby) 

RAIMUNDO: (A todos) ¿Quién dijo que se tenía que hacer todo esto? Pura cosa inútil.

NACHO: (Saliendo) El Chino, Rai.

RAIMUNDO: ¿Y para qué Chino? Nadie dio esa orden, ni la dará.

CHINO: Pero es bueno mantener las cosas listas y en servicio. También nadie sabe si mañana o pasado nos manden una obra y a lo mejor requieren algo y pues todo estaría disponible.

RAIMUNDO: Puede que hasta adivines. (Hacia la cabina de audio)¡José Luis! Baja por favor.

CRISTINA: (Al Pollo, quitándole el vestuario y poniéndolo en el rack) Te lo vas a llevar a tú casa para que lo laves. ¡Pues este! ¿Qué mosco le pico? De veras. (A todos) Va, y apuesta su pelambre  por el  América y claro, pierde y se queda rapado un mes. Y después le crece  y lo vuelve a apostar ahora por los Pumas, y lo vuelve a perder. ¡Es un caso este, que Dios padre lo guarde, de veras!   

NACHO: (En off gritando desde el lobby) Esos... Cositas y Amado Tomillo, a la reja, que les habla Raimundo.

RAIMUNDO: (Mientras entran Nacho, Cositas, y Amado Tomillo) El asunto señores, es que el teatro... bueno, este teatro... no jugará más.

CHINO: ¿Cómo que no jugará?

RAIMUNDO: Así es. (Tristemente) Ya no será más... ¿cómo lo explico?..

GALLO: (Que ha descendido de tramoya) Como es. ¿Qué pasa con el teatro?

RAIMUNDO: Todos lo saben... desde hace un año aquí no sucede nada... y a juzgar  por el comunicado que me llegó de la dirección...

NACHO: ¿Cuál comunicado?

RAIMUNDO: (Mostrando un papel) Este comunicado. Aquí informan que el teatro será pues, remodelado en su totalidad y nos piden que... bueno, el caso es que tenemos que salir de aquí… (Gran azoro y desconcierto) más o menos en tres meses.

CHICHARO: ¿Tres?.. ¿Y luego?

LA SECRE: Nos liquidan y...

MANUEL: (Que hasta el momento no ha dejado de leer, por sobre el periódico) Se los dije... ¿No se los dije? Por algo nos abandonaron tanto tiempo. Un año no pasa en balde...

EVELIN: (A Raimundo) Usted bromea ¿verdad?

RAIMUNDO: Lo dice el documento.

GALLO: ¡Que documento ni que nada! De aquí no me mueve nadie...

CRISTINA: ¿Y así como así? ¿Sin más? ¡No fíjese! ¿Pues que cosa somos? ¿No hemos dado la vida en este teatro? ¿No hemos visto desfilar por aquí a los mejores actores y directores y hasta extranjeros? 

RAIMUNDO: Pues sí pero...

SALOMÓN: ¿Y como lo van a remodelar o qué? ¿Y nosotros no podemos trabajar en la remodelación?

EL PADRECITO: Somos parte ¿no?

RAIMUNDO: La verdad es... lo van a tirar.

EVELYN: (Muy afectada) ¿Eso?.. ¡No pueden hacerlo! Diga que no es verdad. 

NACHO: “Chale”, me “cai” que...

CHINO: ¿Y para qué? ¿Por qué a tirarlo?

PAI: (A Raimundo) El teatro se ve en buenas condiciones, nosotros lo mantenemos. Mírelo si no, listo para dar función.

RAIMUNDO: Pues eso tendrán que demostrarlo el próximo sábado. 

PAI: ¿Por qué?

RAIMUNDO: (A la Secre) Dígales.

LA SECRE: Regresa la obra de “Él ultimo Caudillo”

AMADO TOMILLO: ¿Y nosotros qué?

RAIMUNDO: ¿Ustedes qué con qué? El sábado inicia la última temporada de este teatro. Doce funciones. Ahora así se estila.

RICARDO: (Ríe incrédulo) ¿Después de un año?

LA SECRE: Son las instrucciones.

RAIMUNDO: Mañana tenemos montaje.

GALLO: ¡Ya parece! ¿Y con el despido en puerta? ¡Qué poca madre!

TÍO: Pues sí.

RAIMUNDO: (Con cinismo) A lo mejor se arrepienten. Digo, después de la temporada y dependiendo del éxito. Además son días pagados.

CHINO: ¿Temporada de cuánto?

RAIMUNDO: Ya lo dije.

GALLO: (Contenido) No me huele nada bien.

CHON: ¿Por qué dijiste primero que lo iban a remodelar?

RAIMUNDO: ¿Francamente? Pues… eso me aconsejaron en la dirección general para suavizar un poco las cosas. ¿La verdad? Lo vendieron o lo va a vender a una empresa extranjera. Japoneses creo, que quiere construir unos condominios o centro comercial o cines de lujo; algo así. Eso no sé bien. Pero de que se vendió o se va a vender, sí se venderá. Eso si lo sé de buena fuente.  
GALLO: (A Raimundo) Déjame ver ese comunicado. (Raimundo se lo da. El Gallo lee más para sí mismo que para los demás) Con fecha de... le informamos que debido a causas ajenas a... y por así convenir... el teatro... será demolido por considerarlo de alto riesgo y... por tal...  y cual... el personal que hasta hoy allí labora deberá... presentarse en las oficinas administrativas a más tardar en el termino del próximo mes de… y año en curso para resolver su situación laboral... firma y sello. ¿De alto riesgo? Patrañas.

SALOMÓN: No en perfectas condiciones, pero es funcional. Es una falta de consideración a nuestro trabajo. Antes había más respeto por nosotros... por  el teatro...

CHICHARO: (Sacando su clavo de la cartera) ¡Otros tiempos! Sí hay el chance yo me largo.

CHINO: ¿Adonde?

CHICHARO: Lejos.

CRISTINA: ¿Y todos tus años de trabajo?

CURITA: Veinte.

CHICHARO: ¿Qué con ellos? Ni al sindicato pertenecemos.

CRISTINA: ¡Regálaselos entonces!

JOSÉ LUIS: Pues lo que sea, se veía venir tarde o temprano. Nos espiaban como metidos en ratonera. Estaba allí esperando a  la vuelta de la esquina.

NACHO: Como dicho por los muertos...

EL TÍO: Como venido del diablo. (Pausa) ¿Así? ¿Se van y se van?.. ¿A quien le importamos pues?

EL PAI: (Muy molesto) ¡Es que aquí hemos hecho nuestra vida!

JOSÉ LUIS: Tú Pai, que duermes en el sótano.

EL PAI: Pues sí, vivo aquí. Si nos echan me dejan en la calle.  Pero yo me refiero a nuestra vida. ¿Tú qué eres? Un utilero. ¿Y tú? Un tramoyista. Tú José Luis, experto en audio. Yo soy iluminador. ¿Entienden? Nuestra vida. 

RAIMUNDO: (Se rasca la comisura de los labios)   Bueno pues, yo ya cumplí. Ya lo saben. De verdad lo siento... por todos nosotros... pero... pero así es la instrucción y no debo más que informarles puntualmente y yo no puedo hacer nada.

EL PAI: ¿Cuándo has hecho algo?

RAIMUNDO: Bájale Pai. Así están hoy las cosas. ¿Tú piensas que para mí es fácil quedarme sin trabajo?  Tengo familia.

RICARDO: ¡Todos tenemos!

PAI: ¡No es justo!.. No es justo de veras.

CHINO: Tú Raimundo, debieras ponerte de nuestra parte.

LA SECRE: El señor Raimundo está de su parte.

RAIMUNDO: Esa ha sido mi posición siempre.

CHINO: Nada más te vendes a lo que digan los de allá arriba y que fácil.

RAIMUNDO: ¡No sabes!

CHINO: Sé que algo no anda bien contigo... Haces una cosa y dices otra.

RAIMUNDO: Ese es mi asunto ¿no?

CHINO: Pues de eso se trata. Mientras que tú quedes bien, que los demás se jodan.

RICARDO: Y no estamos de acuerdo.

LA SECRE: (Muy firme) ¡Pues comuníquense con los superiores y aclárense! El señor Raimundo ya informo.

RAIMUNDO: Y por si alguien lo duda, este teatro representa para mí más de lo que imaginan. No es solo mi trabajo como para muchos de ustedes. (Sale muy molesto por el fondo de la sala, seguido por la secretaria) 

NACHO: (A modo de advertencia) No hables de más... Se te puede pudrir la lengua.

GALLO: (Después de una pausa) ¡Pues yo no me muevo de este lugar!.. Ya lo dije.

CRISTINA: (Indignada) ¡Fuera de broma yo tampoco me muevo! No en vano tantos años.

CHINO: ¡Yo tampoco!

NACHO: ¡Yo como poste!

POLLO: ¡Y yo!

RICARDO: ¡Nadie se mueve!

CONDOR: Nadie.

PAI: (Desconsolado. Con rabia contenida) No está bien... no está nada bien...

JOSÉ LUIS: ¿Y qué con la temporada?

CHINO: (Después de una pausa en donde todos esperan su decisión) ¡La vamos a dar! Que por allí no quede. Y después entonces, vemos que hacemos. Lo que sí, pues tenemos derechos ¿no? Vamos pensando las cosas. (Ve a todos)  ¿Qué?

Todos aprueban de maneras distintas. Luego, algunos se retiran lentamente en pequeños grupos comentando. Alguien se lleva al desconsolado Pai.

NACHO: (Al Gallo y a Cristina) ¿Y qué, van a esperar que les caiga el telar encima o un muro, o que cosa quieren que les caiga?

EL CÓNDOR: Los espíritus de los muertos. Como dice Nacho, rondan por los camerinos y los pasos de gato. Colgando como murciélagos de las varas se carcajean en las noches... esos nos van a caer encima. Pregúntemelo a mí y a Salomón y al Guasón... desde la cabina de luces vemos que en forma de ráfagas pasan dejando como… (Pausita sonríe con malicia)  vapor de azufre. 

GUASÓN: ¡Yo confirmo eso!.. Lo he visto.

SALOMÓN: ¡Yo prefiero  no decir nada!

CHINO: ¡Jaladas!

GALLO: (Saliendo) ¡Puras jaladas! Ya veremos como pintan los días.


Sale también Cristina seguida de Evelyn. Luego El Chino, Chon y El Tío. Otros se retiran murmurando.

Manuel que continua en su lugar, dobla su periódico y lo pone bajo el brazo, limpia sus lentes con parcimonia y avanza lentamente hacia el centro del foro. Conforme habla suben lentamente  las varas de luces y el decorado. El espacio queda gradualmente desnudo nuevamente.


MANUEL: Ante los acontecimientos por venir, citare a Kant: "Existe, pues, un camino que el hombre, si quiere, puede recorrer; inicia con la capacidad de la razón de levantarse más allá de lo contingente para ir hacia lo infinito". Según afirmaba Aristóteles, contingente es aquello que se opone a lo necesario. De tal forma deduzco que sí lo contingente es lo que se avecina, no nos queda más que una partida inteligente hacia lo infinito...

(Saca un pequeño libro y le dramatizando) “¡Apágate, apágate fugaz candela! La vida sólo es una sombra que camina, un pobre actor  que se contonea y consume su turno en el escenario,  y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y furia, que no significa nada".



IV
Entra el fantasma del tramoyista muerto.

TRAMOYISTA M: (A Manuel) Reflexión de Macbeth sobre lo inútil de la vida.

MANUEL: Fútil.

TRAMOYISTA M: Que más da. ¿Entonces Manuel, cuando me sigues? Seria digno de un traspunte como tú: una caída desde lo alto y eso es  todo.

MANUEL: De hacerlo no seria de ese modo. Todavía recuerdo aquel día en plena función: “El Rinoceronte” de Ionesco. Estabas encaramado arriba  en el corredor de los telares sujetando no sé que cosa. -Baja el ciclo- te decía por la diadema... -no, no, el ciclorama- y tú insistías en bajar un comodín. ¿Estabas borracho? No entiendo todavía como fue que te viniste abajo... ¿Cuántos, quince metros?  Justo cuando la sombra del rinoceronte pasaba, allí se te ocurrió caerte en el deshogo de la derecha. Un costalazo bárbaro.

TRAMOYISTA M: (Ríe divertido) Que tiempos aquellos. Lo último que vi allá arriba fue la cara pálida del Gallo. Dijo algo así como: “Chin... go a su ma... e”. Después mi cuerpo allá abajo, quieto, muy quieto. Y yo flotando entre los telares. Siguió la función pese a todo.

MANUEL: Pues sí porque te caíste en cajas, que si te has caído en medio de la escena...

TRAMOYISTA M: Igual no hubiera pasado nada. Estaban representando Ionesco ¿no?

MANUEL: ¿Y?

TRAMOYISTA M: (Explicativo y ágil) Si hubiese sido Ibsen o Racine con una de sus tragedias; pero Ionesco, es totalmente imprevisible. En fin que se lo hubiésemos achacado a la falta de comunicación entre el apuntador y el baboso del tramoyista que en ese caso, se hubiese caído sobre la mesita del café.

MANUEL: Al menos respetaste tú condición de tramoyista: siempre oculto de la vista del público. Salvo algunas excepciones claro, como Masahiro Shinoda, que en la obra “Suicidio doble” se vale  de sus tramoyistas vestidos de negro para simbolizar a los hacedores del destino que manipulan los sentimientos de envidia y las pasiones de los personajes. (Pausa) ¡Grandioso! En fin, siempre me agradaste por... como explicarte...

TRAMOYISTA M: Estaba enterado Manuel. Sí pues, enterado de lo que había de enterarse. Siempre quise conocer, expresarme bien. Conmigo podías platicar sobre muchas cosas. Y aun platicamos ¿no?

MANUEL: Si.

TRAMOYISTA M: (Pausa) ¿Entonces que Manuel? Lo cerraron. Digo, el teatro.

MANUEL: Pues sí. (Nostálgico) Caramba Juan, tenías que romperte el hocico.

TRAMOYISTA M: Pues sí Manuel. ¿Y bueno, me sigues?

MANUEL: (Sonriente) No. No lo creo…

TRAMOYISTA M: Otro día pues Manuel, a ver si te animas.

MANUEL: Prometo que lo pensaré…

TRAMOYISTA M: Te lo dejo de tarea Manuel. (Desvaneciéndose, imita la dramatización que hiciera Manuel al parlamento de Macbeth) ¡Apágate, apágate fugaz candela!  La vida sólo es una sombra que camina...

Manuel ajusta sus lentes y sale por el fondo entre una fuerte corriente de viento.



CUADRO DOS


I
El escenario se encuentra en penumbra. El Chino prende una luz y mete  a escena un gran baúl.

CHINO: Mejor arreglo todo ahora. Mañana, ya nadie se va a sus casas. Si no les gusta mi idea ni modo… 

NACHO: (Entrando) ¡Chino!

CHINO: (Muy asustado al principio) ¡Ay!.. ¿Quién?.. ¡Nacho!

NACHO: ¡Sí Chino, soy yo!

CHINO: ¿Nacho, donde estabas? Han pasado tres semanas desde…

NACHO: (Exaltado) ¡No sé! ¡No sé! ¿Qué hora es?

CHINO: Como las once.

NACHO: Parece tumba de tanto silencio. Pero no todas las tumbas son silenciosas... eso lo sé. Si Raimundo se entera que estás aquí, se pondrá inquieto. Que digo inquieto: rabioso, como energúmeno; como cuando Chon tiro pintura roja sobre la escenografía de “Sueño de una noche de verano”

CHINO: No se va a enterar de nada. Es más, dudo que regrese. ¿Pero y tú qué haces aquí y a estas horas? 

NACHO: De paseo... supongo.

CHINO: ¡Deja de decir tonterías, Nacho!

NACHO: ¿Y si llega a saber de la copia que tienes de las llaves de la puerta?

CHINO: No. A menos que tú se lo digas. ¿Cómo entraste?

NACHO: Estaba aquí… creo

CHINO: ¿Te sientes bien?

NACHO: ¿Y el Pai?

CHINO: Dormido. Le deje “la cava” abierta, y ya ves que ese no desaprovecha.

NACHO: A mí la neta me saca de onda este asunto.

CHINO: ¿Qué asunto?

NACHO: Andar en el teatro de noche cuando ya no hay nadie.

CHINO: Pues justamente por eso, porque ya no hay nadie. Te mostraré algo.

NACHO: ¿Qué?

CHINO: Ayúdame con el baúl, luego te explico.

NACHO. ¿Y los espíritus?

CHINO: Puro aire.

Entra una corriente de viento.

NACHO: ¿Y por qué se empañan los espejos de los camerinos como con vaho  y quedan allí mensajes como el del otro día?

CHINO: ¿Qué día?

NACHO: El día que se azotaron las puertas de los desembarcos y nadie supo por qué. Nada de viento y golpee y golpee.

CHINO: Esas cosas pasan, Nacho. Y nada más. Pasan. ¿Está claro?

NACHO: Pero el mensaje decía más claro que...

CHINO: ¡No decía nada! Y si decía algo no quiero saberlo…

NACHO: Decía algo así como que…

CHINO: ¡Tonterías!

Súbitamente y con gran estruendo bajan de tramoya  a gran velocidad tres varas de las que penden un grupo de  ahorcados.

NACHO: (Corre hacia un extremo horrorizado. El Chino se tumba al piso y cubre su cabeza) ¡Ay!  ¿Que es esto Chino?.. ¿Chino, Chinito?..

CHINO: (Voltea hacia arriba. Luego le da un ataque de risa  y llama a voces) ¡Pai... Pai!.. (Se incorpora furioso) Carajo Pai, ¿tú estás allá arriba?  Si estás arriba y soltaste las varas date por  muerto... Hijo de la mala vida. (A Nacho) Y tú no me digas Chinito. (Los ahorcados se mecen silenciosos)

NACHO: (Atemorizado) ¿Qué es, que es Chino?

CHINO: ¿Cómo que? Los ahorcados de la obra esa que termino ayer. La de la revolución. Hasta pareces drogado. La última temporada. (Grita) ¡Pai!.. (Se escucha el eco) ¡Pai!..

NACHO: ¡Mejor vamonos!

CHINO: ¡Ningún vamonos!

EL Chino sale furioso hacia el desahogo de la izquierda.

NACHO: ¡Chino!.. ¡Chino espérate!

CHINO: (Desde cajas, enérgico) ¡Tu quédate aquí!




II
La luz cambia repentinamente como si alguien estuviese haciendo pruebas desde cabina.

NACHO: (Temeroso, hacia la cabina) ¡Salomón!.. ¡Cóndor!.. ¿Son ustedes? (Nadie le responde)

Por ambos desahogos y a diferentes alturas del escenario entran grupos de tramoyistas, utileros e iluminadores. Todos se ponen a trabajar arduamente en el montaje del pre-set de la obra “El Último Caudillo”. Bajan y suben varas de luces y decorados. Entran escenografías, bajan afores y piernas etc.

EL GALLO: (Desde tramoya) ¿Ya subimos a los ahorcados Tío?

EL TÍO: (Hacia tramoya) Ya.

SALOMÓN: (Hacia cabina) Guasón, échame la ciento veinticuatro.

GUASÓN (Desde cabina) ciento veinticuatro.... (Se enciende una luz)

SALOMÓN: (Hacia desahogos) ¿Qué paso con la escalera?

EL PAI: (Metiendo una escalera de tramoya) ¿Cuáles enfocamos? (Se escucha un track  de la obra. Se trata del paso de un tren de la época de la revolución)

NACHO: (A Pai)  Pai... Pai... (Ni El Pai, ni ningún otro lo escuchan ni lo ven) Tú estabas dormido Pai... (Lo sigue desesperado)  ¿Y el Chino? ¿No fue a buscarte?..

SALOMÓN: La ciento veinticuatro. Luego la trece y la veintiuno.

CHINO: (Entrando, grita hacia cabina) José Luis, bájale al audio... (Se dirige a Chon el tramoyista) Chon, a esa prevista le hace falta un retoque. Desde ayer te dije...

CHON: Ya voy…

NACHO: ¡Chino!.. ¡Chino! 

CHINO: (El Chino le responde como si nada) ¿Qué té pasa? Estás como harina de tan blanco. ¿Vienes crudo o qué té pasa?

EL POLLO: (Al Chino) ¿Y ese baúl que hace aquí? Ese baúl es de “Despertar de Primavera”

CHINO: Y yo que sé. ¿Quién trajo el baúl para acá? Clávale allí Tío. (Señala hacia algún sitio, y el Tío lo hace)

NACHO: ¡Nosotros!.. Nosotros lo trajimos Chino. ¿Qué pasa Chinito?

CHINO: ¿Qué pasa de qué o qué? Últimamente te portas bien loco Nacho. ¡Y no me digas Chinito con un demonio!

NACHO: ¡Tú saliste!

CHINO: (Atareado con el trabajo) ¿Adonde?

NACHO: ¡A ver si el Pai estaba dormido o había dejado caer la vara de los ahorcados!

EL GALLO: (Desde tramoya) ¡Baja reja!..

EL TÍO: (Hacia Tramoya) Viene.

CHINO: (Hacia Tramoya) ¡Despacio Gallo! (Todos trabajan con rapidez y precisión. Un grupo de utileros trapea el piso del escenario. A Nacho) ¿Dormido? ¿Dormido el Pai? Bueno sí duerme mucho, pero yo no fui a ver si estaba dormido. ¿De que vara de ahorcados? ¡Ah! Esa. La acaban de subir. Y ya ponte a trabajar Nacho, el estreno es a las siete. (Se escucha otro track en el audio. Un corrido de la revolución)

NACHO: (En el colmo) ¿Cuál? ¡Si nosotros no estamos aquí Chino!

CHINO: (Atareado con la reja) ¡Qué cocos tan rojos traía tú mois, Nacho! (Grita hacia un extremo del foro) ¿Qué, nadie va a sacar el baúl del escenario o qué?

JOSÉ LUIS: (Entrando. Se dirige a cabina) Bájale un punto.

GALLO: (Entrando a foro. A José Luis) ¿Cómo vas?

El Tío intenta mover el baúl pero le cuesta mucho  trabajo.

JOSÉ LUIS: Ya terminé. (A cabina alzando la voz) Quítalo y deja listo el track uno.

EL TÍO: (Desde el baúl) ¡Chino!

CHINO: Qué...

EL TÍO: ¡Pesa mucho!..

Antes de que el Chino llegue al lugar, El Tío abre el baúl. En el acto retrocede demudado. El Chino se aproxima y mira en su interior, luego hacia donde se encuentra Nacho, con gesto alucinante y ojos desorbitados.

EL TÍO: (En voz baja) Es... ¡Nacho!..

Todos se aproximan al baúl y miran atónitos el contenido. Unos con expresiones de horror, otros de asco.

NACHO: (Al Chino, temeroso) ¿Quién... quién está, allí? 

CHINO: (A todos los que se encuentran  cerca, con voz débil) ¡Nacho!.. Pero... Nacho... está parado justo delante de mí...  (Todos voltean instintivamente hacia donde el Chino dice que se encuentra Nacho, pero es evidente que no lo ven. Luego dirigen la mirada al Chino con un rictus entre compasivo y recriminatorio) ¡Hablé con él hace unos momentos!..

JOSÉ LUIS: ¡Con un muerto seria!..

CHON: ¡No!.. El muerto está aquí dentro. (Señala el baúl)  Más bien, con su ánima.
 
El rostro del Chino se desencaja. Todos salen comentando con voz casi inaudible. El Chino cierra el baúl y sale también. Nacho ya solo, se aproxima con cautela hacia el baúl. A punto de abrirlo entra el Chino por donde saliera en la primera escena del  cuadro.



III
Misma luz de la escena uno.

CHINO: (Entrando) Nada. El Pai, duerme como bendito. Borracho pecador es lo que es. Tuve que subir yo a los ahorcados.  Mira Nacho, el caso es que nos vamos dentro de poco ¿no?

NACHO: (Los dientes le tiritan de espanto) ¡Chinito!.. ¡Aquí pasan cosas muy raras! ¿Por qué trajiste el baúl?

CHINO: ¡Qué no me digas Chinito! ¡No Chinito! ¿Cuánto te tengo que decir las cosas para que te entren en la mollera? Escúchame primero. Nos vamos del teatro Nacho. Lo van a demoler y pues...

NACHO: ¡No! Escúchame tú a mí. Te lo pido como amigos. Cuando fuiste a buscar al Pai, aquí pasaron cosas... cosas muy extrañas. Como de otro mundo.

CHINO: ¡Ya vas a empezar con tus historias de aparecidos!

NACHO: ¡Yo estaba muerto dentro de ese baúl! ¿Chino, te das cuenta carajo? ¿Ves lo que te digo?

CHINO: ¡¿Muerto?! ¿Cuándo?

NACHO: (Muy exaltado) ¡Muerto, muerto, muerto!.. ¿Comprendes? Muerto. Allí dentro (Señala el baúl) No sé cuando. Supongo que antes de la obra esa de la revolución de donde son los muñecos ahorcados que se vinieron abajo hace un rato y que tú pensaste que el Pai... y no. ¡Bajaron solos! ¡Me “cai” que bajaron solos como invocados por Satán o algo así, por qué yo estaba ablando del vaho en los espejos de los camerinos y de los mensajes de las ánimas y a lo mejor Chino, yo también soy un anima!..

CHINO: ¡Mugre Nacho! Que cocos tan rojos traía tú mois.

NACHO: ¡Eso mismo dijiste hace un rato!

CHINO: ¿Cuál rato?

NACHO: Cuando me viste dentro del baúl. (El Chino lo ve incrédulo) ¡Ábrelo!.. El baúl. ¡Ábrelo y veras!

CHINO: ¿Qué yo te vi dentro del baúl?

NACHO: El día del estreno de “El ultimo Caudillo”.

CHINO: Esa función se suspendió.

NACHO: ¡Yo no sé si se suspendió o no! 

CHINO: ¡No claro! No estabas. Por eso. No estabas y punto. Por eso no sabes nada.

NACHO: ¡Abre el baúl!

CHINO: ¡Allí solo hay vestuario y algunas mascaras! Este baúl no se usa para nada desde hace... como seis años. 

NACHO: ¡Ábrelo!

CHINO: (Lo hace) ¿Ves? (Nacho se asoma) Puro vestuario y... (Saca la mascara de una calavera  y se la pone) ¿Así estabas, muerto? (Se carcajea)

NACHO: ¡No es broma!

CHINO: ¡Y si estás vivo o muerto qué más da! De todas maneras sigues aquí y eso es lo que importa ¿no?

NACHO: ¿Y no te doy miedo?

CHINO: ¡No pellizques! (Se quita la máscara)

NACHO: ¡Entonces no estoy muerto!

CHINO: No creo. Aunque...

NACHO: ¿Qué?

CHINO: Hay un como olorcito... (Se ataca de la risa)

NACHO: (Se huele) No huelo a nada.

CHINO: Bueno. (Mete la mascara dentro del baúl y lo cierra) Ayúdame a llevar el baúl del otro lado.

NACHO: Pues eso y nada más. Yo ya me voy a mi casa.

CHINO: Primero quiero que veas algo.

NACHO: A lo mejor y si fue un alucine.

CHINO: ¿Qué?

NACHO: Lo de que yo estaba en el baúl.

CHINO: Lo fue, lo fue Nachito. Pero lo que quiero hacer no es ningún alucine. Bueno a lo mejor y sí pero vale la pena... creo.

NACHO: Pues... yo no sé, no me has dicho nada.

CHINO: Aquí lo que falta es teatro, ¿de acuerdo? Pues nosotros vamos a hacer ese teatro que falta.

NACHO: (Dudoso) No le veo el caso, pero en fin…

CHINO: Pero no cualquier obra de teatro. ¿Entiendes Nacho?

NACHO. Depende…

CHINO. (Entusiasta) ¡Tengo algunas muy buenas que podríamos montar! Lo mejor sería una de creación colectiva. Algo de denuncia. Todo está en que quieran.

NACHO: ¿Pero, para qué Chino?

CHINO: Para ser mejores ¿no?

NACHO: ¿Y?

CHINO: Podemos hacerlo…

NACHO: (Incrédulo) No sé…

CHINO: Y con suerte evitamos que demuelan el teatro.

NACHO: Pues a lo mejor eso es lo que hace falta.

CHINO: ¡Exacto!

NACHO: Digo, que lo demuelan.

CHINO: ¡No seas baboso Nacho!

NACHO: Sabes qué, acabo de comprobar que sí estas loco. Ya otros me lo habían dicho: Aguas, el Chino no anda bien de la cabeza. Pero yo no quería creerles porque te tengo respeto y somos amigos y me has ayudado cuando... pues cuando tuve ese problema con mi familia y francamente te tengo en estima. Pero... ¿Montar una obra de teatro?

CHINO: Quiero que veas otras cosas que guardo aparte del baúl. Tengo todo lo necesario.

NACHO: Esta bien pero, yo nada más ver.

CHINO: Después decides. Sígueme...

El Chino sale por el lado contrario al que entraron, seguido por Nacho que empuja el baúl.  Antes de que Nacho haga mutis por completo, escucha la voz de Manuel que le habla desde una butaca. 



IV
Manuel desde una butaca.

MANUEL: (Entra una corriente de aire) ¿Eso pasó antes o después de que te encontraran en el baúl? 

NACHO: (El Chino sale y Nacho avanza hacia proscenio) ¿Entonces, sí me encontraron? (Siente frió) ¿Estuviste allí sentado todo este tiempo?

MANUEL: Sí. Aunque ya no es el mismo tiempo.

NACHO: No comprendo.

MANUEL: No es necesario por ahora. ¿Fue antes o después?

NACHO: ¿Por qué preguntas?

MANUEL: Quiero comprobar parte de una teoría de Juan. ¿Recuerdas a Juan?

NACHO: ¿Juan? ¿El que se mato en medio de una función?

MANUEL: Él, sí.

NACHO: ¿Y que teoría tenia?

MANUEL: Lo que pasa es que estás perdido Nacho. ¿En donde? No sé, pero no encuentras camino. ¿Paso antes o después? (Sube al escenario)

NACHO: ¿Qué?

MANUEL: Lo del baúl...

NACHO: Qué más da...

MANUEL: Aquel día llegó la policía y revisaron todo y todos fuimos sospechosos. A la mañana siguiente en los periódicos: Muere extrañamente utilero en un teatro de la ciudad unas horas antes del estreno. ¿Utilero? ¿Qué diablos es un utilero?

NACHO: ¡Yo soy un utilero!

MANUEL: La nota pasó desapercibida. Si hubiese dicho: actor, -famoso por supuesto-  o de perdida dramaturgo importante muerto dentro de un baúl, bueno, tal vez y causa revuelo; ¿pero utilero? (Ríe) Ni en la enciclopedia aparece.

NACHO: Me ofendes.

MANUEL: No te fijes. ¿Sabes que los peritos dictaminaron muerte natural? Te quedaste dormido dentro del baúl.

NACHO: ¿Dormido?

MANUEL: Sí, de borracho. (Pausa)  Asfixia.

NACHO: ¿Entonces sí morí?

MANUEL: Sí. Pero según Juan, no has trascendido. No tienes idea de donde te encuentras ni en que momento. Aggelos. Un ángel, eso eres tú: un espíritu celestial intermediario entre Dios y el hombre, entre lo divino y lo humano. El vínculo con el reino sobrenatural. Eso dice Juan en una de  sus teorías. Puedes estar en dos lados al mismo tiempo.

NACHO: Pues no entiendo nada. Vaya manera de morir para un utilero que a fin de cuentas vive como rata dentro de un teatro sin ser visto. Igualito que un “méndigo” tramoyista y hasta peor. ¿Por qué, a nosotros, quién nos trata como lo que en “verda” somos: los magos invisibles, los hacedores del movimiento? Todas las historias con todo y sus conflictos y enredos y exigencias descansan sobre nuestros lomos.

MANUEL: Y muy cansados por cierto.

NACHO: (Con unción) Si es de noche, o de día, o cae nieve, o cruza el escenario un mal venido viento, el escándalo de un rayo y hasta el tren que pasa, el bosque y el palacio o la calle sin nadie y la playa con todo y su arenita y hasta sus cangrejitos y todas, absolutamente todas las ocurrencias de los que escriben las obras de teatro, puestas enfrente de los ojos del público. 

MANUEL: Lo que yo nombro, maquinaria teatral interior no visible.

NACHO: Y siempre a la sombra de los grandes... (Ríe lastimero)

Nacho y Manuel se ven durante unos instantes.

NACHO: ¿Pero, El Chino sí estuvo allí?

MANUEL: ¿El día del baúl? Sí.

NACHO: ¿Y por qué lo olvido? 

Manuel ve a Nacho unos instantes, luego hace un gesto indicando total ignorancia y desconcierto.

MANUEL: ¿Por qué olvida el ser humano Nacho?

Ahora es Nacho el que observa a Manuel y hace un gesto indicando de igual modo total ignorancia y desconcierto.

MANUEL: Mira Nacho… tú sabes que todos pensábamos, jugando, que el Chino estaba un poco, loco. El caso Nacho es que después de ese día… perdió… no fue el mismo. Como que flota, no agarra piso y muchas cosas ya no las recuerda. Otras sí. Las que le importan mucho. Pero a veces se le extravía la mirada y se queda sentado meciéndose. Luego regresa de esa especie de trance y no recuerda nada. Nosotros lo tratamos igual, por respeto y, bueno pensamos que es pasajero. Que solo se impacto.  

NACHO: ¿Imagínate? Hablar con un muerto. En fin, cada quien “verda”. ¿Pero, y tú?..

 MANUEL: No te fijes.

NACHO: ¿Qué paso después?

MANUEL: (Después de una pequeña pausa) Pues lo que pasa después de que uno se muere. Velorio, -lagrimas no- entierro y esas cosas. 

NACHO: ¿Ninguna lagrima?

MANUEL: Bueno sí, una que otra por acá y por allá.

NACHO: ¿Y el estreno?

MANUEL: El estreno se pospuso y al terminar la temporada se tomo el teatro. El Chino quiso montar la dichosa obra esa de creación colectiva sobre lo que estábamos viviendo y que según él sería la solución al conflicto. Yo me la pasaba leyendo en el sótano o vagando por los telares. No sirvo para la actuada y no creo mucho en la imaginación y destreza del Chino. (Ríe)   

NACHO: ¡Pero yo ya no estaba allí!.. Quiero decir... (Pausita) vivo.

MANUEL: (Manuel lo mira con una sonrisa) ¡Exactamente Nacho! Tú habías muerto dos semanas antes. Y sin embargo en ocasiones podías presentarte en ambos planos, del mismo modo que yo puedo hablar con Juan y contigo.

NACHO: (Saliendo hacia desahogos) ¿Un Aggelo?

MANUEL: Sí, Nacho... venido a menos... pero Aggelo a fin de cuentas. (Pausa) Juan podrá explicarte mejor las cosas.


Ambos se pierden en una zona oscura.



CUADRO TRES


I
Se escuchan voces.  Bajan afores y entran escenografías al tiempo que una atmósfera de luz baña el escenario. El Chino hace acto de presencia  por  derecha actor, ataviado como director de escena.

CHINO: (Libreto en mano. Hacia bastidores) ¡Quedamos que a las once, y son las once! (Hacia cabina) ¿José Luís, estás listo? (Van entrando todos  por desahogos. El Chino acota sobre el libreto) Tomen las cosas con seriedad. Bien… (Ve en su libreto) Aquí dice que: “El Pai entra seguido del Gallo, que se muestra sumamente contrariado por lo que le comento su hermana. Para El Gallo es incomprensible la actitud del Pai, porque no tiene lógica y espera que le dé una solución”. (Al Gallo) Tú sabes ya perfectamente, lo mismo que tú Pai, de que se trata. Lo han hecho muy bien en otros ensayos. (Al resto del elenco) Todos ustedes ese día estaban en el sótano, como atrincherados. Todos decididos a no poner un pie fuera de aquí. Las maquinas esperaban en la avenida para demoler el teatro. Se les advirtió que salieran... que se fueran a sus casas y aceptaran las cosas como estaban, pero no. Se empeñaron en seguir defendiendo este cascarón. (Afuera del teatro se escuchan voces y movimiento de granaderos) Son las voces cada vez más acaloradas y fuertes del Gallo y el Pai, las que les hacen entrar gradualmente y poco a poco al escenario... gradualmente y poco a poco; como se los dije en el ensayo pasado. 

DIABLO: ¿Y si de veras nos pasa?

CHINO: ¿Nos pasa qué?

DIABLO: Eso que dice allí. 

CHINO: Pues no sé. Ustedes lo sugirieron.

DIABLO: ¡Yo no! Esa idea fue del Guasón.

CHINO: ¿Quieren seguir o no?

CURITA: Pues, sí. 

Comentarios ininteligibles por parte del grupo.

RICARDO: Oigan, la obra la estamos haciendo todos. Son nuestros pensamientos y lo que sentimos aquí encerrados. Queremos denunciar ¿no?

CRISTINA: Pues esa es la razón…

LA SECRE: (Al Chino) ¿Y el baile señor Chino?

CRISTINA: ¡De veras que parece que es lo único que te interesa! (A todos) Si la vieran en los camerinos antes del ensayo, se pinta y enchina la pestaña con una cucharita como si fuera el día del estreno y hasta rubor y un lunarcito se pone…

LA SECRE: ¡Pues al menos me dedico un poquito de cuidado! (Al Chino) Ensáyenos el baile Chino.

EVELYN: ¡Hay sí... el baile, Magíster!

CHINO: La coreografía, después... después. ¿Queda claro? Y no me digas Magíster. (Se escucha el desplazamiento de un cuerpo de granaderos y gritos y empujones como ante las puertas del teatro. El Chino grita hacia la cabina) ¡José Luis! Quita ya el track. Ese track entra cuando el Gallo dice: ¿Y eso, qué es eso? Apuntalo o escríbelo por favor.

JOSÉ LUIS: Anotado.

EL CHINO: Dije Apuntalo.

JOSE LUIS: ¡Por eso!..

CHINO: ¡No discutas! (Al elenco) Y lo que escucharon en el track hace un momento: esas son las botas y los escudos de los granaderos golpeando el piso de la banqueta allá afuera  y las voces de sus familias. Acuérdense que todo es ficticio. Es decir que pasa pero no. ¿Está claro? pero tiene que parecer que si pasa. Como si sucediera. ¿Está claro? (Lo miran con extrañeza) ¿Qué esperan? Vayan al sótano.

EL CURITA: (De pronto dentro de la ficción, como enloquecido) ¡Todos al sótano!.. ¡Todos al sótano, rápido! (Toma un trapo como bandera) ¡De aquí no nos van a mover!..

EL CHINO: (Con gran autoridad) ¡Curita, por Dios!.. Dosifica... Más bien separa, divide... has una diferencia entre ficción y realidad ¡demonios! Así decía mi amigo el bendito director ese que se murió. ¿Cómo se llamaba?   (Pausita) Dime, ¿Cuándo estás frente a tú suegra es ficción o realidad?

CURITA: Realidad.

EL CHINO: Y cuando te dice lo mucho que te quiere, ¿Es ficción o realidad?

EL CURITA: Ficción.

EL CHINO: ¡No! Eso es mentira nada más. No tiene que ver con la ficción. ¿Y sí a tú suegra de pronto le salen alitas y vuela como un angelito? ¿Es ficción o realidad?

EL CURITA: ¡Milagro!

CHINO: ¡Que idiota eres Curita! Eso sí es ficción. (A todos) Vamos desde la entrada de El Pai y El Gallo. Ustedes esperan atrincherados en el sótano y no saben de los granaderos... ¡Salgan! (Todos salen. El Chino baja a la sala)




II
Inicia el ensayo.

CHINO: (Desde la sala) ¡Acción! 

Entra Pai seguido del Gallo.

GALLO: Espérate te digo.

PAI: ¿Qué quieres?..

GALLO: Me llamó mi hermana Rosa. Ayer...

PAI: ¿Y por eso la urgencia?

GALLO: Me dijo: Salte Marco Antonio, salte con todos. Ya salte...

PAI: ¿Y?

GALLO: ¿Cómo, y? Que estamos corriendo peligro. ¿Cuantos  días aquí metidos?.. Como alimañas. ¿Qué hacemos Pai?

PAI: Tú dijiste: De aquí no se mueve nadie.

GALLO: Me dijo: Les van a mandar a los granaderos. Que estaba enterada porque en las oficinas se hablaba de eso -según le cuentan- en la calle se hablaba de eso... Yo no le creí. Le dije: Como crees Rosa, seguramente llegaremos a un arreglo. ¿Pero y si los mandan?

PAI: Si los mandan, nosotros estamos defendiendo un derecho.

GALLO. Por eso.

PAI: Bueno, ¿y en todo caso qué?

GALLO: ¿Y no se te hace extraño que nadie se haya comunicado de las oficinas? Desde que tomamos el teatro: nadie... ni una palabra. Esto se está poniendo feo Pai. Al principio... bueno al principio como que había la esperanza de que los dueños al ver que nos organizábamos, pues estarían dispuestos a dialogar. ¿Qué paso cuando El Chavito, El Diablo, El Cositas y El Amado Tomillo, fueron a la caja? Les dijeron: No. Solo cobran la quincena. Y luego a todos igual. Pero las cosas tienen su límite.

PAI: Me extraña Gallo. Como que ya no eres el mismo Gallo.

GALLO: No se trata de valor... Los héroes ya no existen Pai. También Rosa me dijo que en la casa las cosas van  mal.

PAI: Y que quieres que yo haga. En mi casa están iguales o peor.

GALLO: (Molesto) ¡Tu vives aquí, no te burles!

PAI: Por eso. ¿Ya los viste a todos? Ellos son mi familia. Tú eres mi familia. ¿Y a poco crees que aquí la estamos pasando bien? 

GALLO: Mira Pai... a ti la gente te hace caso. Tú eres como, como un líder. Alguien especial.

PAI: Bueno ¿qué quieres o qué?

GALLO: (Con lagrimas en los ojos) Ya no aguanto Pai. Diles que aquí murió todo. Diles que salgan. Que salgamos todos. Total... trabajo, donde quiera hay.

PAI: ¡Me das lastima Gallo! Tú dijiste: De aquí no se mueve nadie. (Contundente) Y nadie se mueve.

Se ven durante unos instantes. Afuera del teatro se escuchan voces y movimiento de granaderos. Solo que en esta ocasión no parece ser una pista, sino que en realidad da la impresión de que un grupo de granaderos se encuentra afuera del teatro.

GALLO: ¿Y eso, que es eso? (José Luis desde cabina suelta el track en donde se escuchan gritos y empujones ante las puertas del teatro) Te lo dije... te lo dije Pai.

PAI: (Explosivo) Pues nadie se mueve entiendes. Empezamos y ahora lo terminamos. (Entran todos gradualmente)

GALLO: (Violento) ¡Yo te advertí que les dijeras a todos! Están afuera. Están realmente afuera...

PAI: ¡Suéltame Gallo!

GALLO: ¡Es tú culpa Pai! ¡Es tú culpa! (Lo golpea)

PAI: (Defendiéndose) Eres un... cobarde.

 Todos se encuentran  para este momento en el escenario. El Chon, El Pollo, El Tío, El Padrecito, El Chicharo,  Salomón y Ricardo, tratan de detenerlos. El resto se muestra consternado.

CRISTINA: ¡Ya paren!

GALLO: (Rompiendo la ficción se rebela y grita hacia la sala) ¡No me gusta esta parte!

CHINO: (Desde su lugar en la sala, enfurecido) ¿Qué pasa, Gallo?

GALLO: ¡Yo no soy un cobarde!

CRISTINA: ¡Ya paren! Que paren les digo.  (Se escuchan golpes reales en las puertas del Teatro) ¡Deténganse!

EL CHINO: (Subiendo al escenario. Actuando en su papel de director)  ¡Cristina! Tú dices, buscando detener el pleito: ¡No sean egoístas, cualquier cosa la discutimos todos! Y no, ya paren y eso otro que dijiste.

CRISTINA: (Gritando) ¡Qué discutimos ni que todos, ni que nada!

CHINO: Pues si no quieres disciplinarte...

CRISTINA: ¿No escuchan? (A cabina) José Luis, para la pista. Párala... (José Luis lo hace) ¡Escuchen! Silencio... silencio caramba... (Todos guardan silencio) ¡Están golpeando las puertas!

Pausa. Todos se quedan a la escucha.

DIABLO: ¿Son los granaderos?

Entra Manuel con su periódico y se recarga en alguna prevista.

LA SECRE: ¡Ya nos llevo el demonio! ¿Qué hacemos ahora?

DIABLO: Se los dije...

CRISTINA: (Al Diablo) No sea payaso, Diablo.

PADRECITO: (Risita nerviosa) ¿Esto es ficción o realidad Chino?

CHINO: No... ¡No sé!.. Se párese tanto a... que...

PADRECITO: ¡Es realidad Chino, es la meritita realidad!

PAI: (Ademán de salir) ¡Se acabo!..

GALLO: ¿Adónde vas?

PAI: A abrir la puerta.

SALOMÓN: (Deteniéndolo) ¡Espérate Pai! Si la abres... si abres esa puerta nos agarran a todos y eso no...

PAI: (En un arranque de miedo) ¿Qué quieres que haga?.. ¿Qué? De todos modos van a terminar tirándola... Mejor abrimos y ya. Mostramos arrepentimiento... y nos vamos a nuestras casas. ¿Qué estamos haciendo aquí jugando al teatrito o qué?

CRISTINA: (Al Pai) Todos acordamos tomar el teatro.

PAI: ¡Todos me valen un comino! Hagan con su teatro lo que les venga en gana.

CRISTINA: ¡Que fácil! ¿Y los días que llevamos aquí?

GALLO: ¿Qué sucede Pai? Hace un rato yo era el cobarde...
PAI: ¡Cómo que hace un rato!

GALLO: ¿No decías: Me das lastima Gallo?.. ¿De aquí nadie se mueve?

PAI: ¡Estaba actuando! Ahora es diferente. Esto ya no es la obrita esa de teatro.

CHINO: No es obrita.

GALLO: Pues que desilusión Pai.

PAI: Es que ya estoy harto de la espera… Metidos en este hoyo como en cuarentena… ¿Qué no contamos? ¿No valemos nada? 

JOSÉ LUIS: (Que ha bajado de cabina) ¿Entonces que propones Gallo?

GALLO: ¡Aguanten! Están haciendo presión.

CRISTINA: ¡Ahora es cuando más unidos tenemos que estar!

CHCHARO: (Hiriente) ¡Muy solidarios todos… muy unidos! Haber cual solidaridad cuando  nos encarcelen. Cuando nuestras familias se queden sin apoyo. 

CHINO: No se olviden que estamos aquí porque pedimos respeto. Porque somos trabajadores de muchos años y no merecemos este trato. No merecemos que nos digan solo cobran hasta el día de la última quincena… En este teatro muchos han dejado su vida.  

EL TÍO: (Después de una pausa. Tímidamente) Yo la verdad... pues... mejor los que quieran, salimos por las puertas de desembarco.

PAI: ¡Yo sí me largo!

EL CHON: Sí... ya se paso de tueste.

EL POLLO: La verdad... ya. Hasta aquí fue bueno... (Murmullos generales)

CHICHARO: Por allí es seguro que salimos.

EVELYN: ¿Y si no?

CRISTINA: ¡No se arruguen! Nadie se eche para atrás caray...

La desesperación y el desconcierto crecen en todos excepto en el Gallo, Ricardo,  El Chino, Cristina, José Luis y Salomón, pero nadie se mueve de su lugar. Se limitan a mirarse unos a otros con disimulo.

CHINO: ¿Bueno y, por qué no tratamos de comunicarnos a las oficinas?

COSITAS: ¿Ya para qué?

CHINO: Podemos ver si hay manera de dialogar.

LA SECRE: (En crisis nerviosa) Yo mejor me hubiera ido con el señor Raimundo. Él me lo advirtió: Inés, no le entres. Tú no le entres Ines, ¿qué van a decir tus padres? Y mírenme... aquí metida... nada más por seguir el juego.

EVELYN: (Llorando) A mí también me lo dijo. Eres muy jovencita para meterte en cosas de mayores, dijo. Se puede poner feo. Mírame a  mí, que ya fui a hablar con los jefes y me puse a sus órdenes para lo que se les ofreciera.

GALLO: No dudo que ese tenga algo que ver en esto.

EVELYN: ¿El señor Ray? No, el solo quería lo mejor para mí.

CRISTINA: O para él, mejor dicho.

CHINO: Yo voy a la oficina a hablarles. ¿Qué les digo?

EL CHAVITO: Diles que queremos reconciliar. Que vengan.

CRISTINA: ¿Reconciliar que?

AMADO TOMILLO: (Con timidez) Tenemos ese derecho ¿no? Diles que tenemos derecho.

CRISTINA: Diles que no nos moveremos hasta que estén dispuestos a dialogar con nosotros.

PAI: ¡Pero nosotros tomamos el teatro! Es una invasión de la propiedad privada del dueño, es ilegal. Podemos terminar en la cárcel como dice El Chicharo.

CHICHARO: Mejor pide perdón y ya…

CRISTINA: (Imponiéndose) ¡Qué perdón ni que un carajo, ni que ilegal ni que nada! (Al Chino) Diles que no abrimos hasta que se nos garantice nuestro empleo, o se nos dé lo justo por los años trabajados. ¡Eso es legal!

CHINO: ¡Voy! Y a ver que pasa.

El Chino sale por la sala. En el escenario, primero con ciertas reservas y después franca y abiertamente, se arma una  discusión. Unos, la mayoría, a favor de declinar. Otros pocos por sostenerse. La Secre y Evelyn se abrazan en un rincón. Manuel continua la lectura de su periódico viendo de vez en vez por sobre las hojas y ajustándose los lentes. 

EL TÍO: ¡Ya estuvo bueno! Nosotros nos vamos por los desembarcos. (Se refiere a El Pai, El Chon, El Chicharo, El guasón y El Padrecito) 

RICARDO: ¡Haya ustedes! El que quiera ir pues es su libertad.

GUASÓN: Pues sí. 

EL COSITAS: ¡Entonces vamos!

Se les suman la Secre, Evelyn, El Chavito, El Diablo, Amado Carrillo y El Pollo. Salen por el fondo Izquierda actor.

CRISTINA: (Con autoridad) ¡Evelyn!

EVELYN: ¿Qué?

CRISTINA: Tú no vas.

EVELYN: ¿Y por qué? Yo quiero irme. Además no voy sola. (Sale con el resto)

El Gallo, Cristina, José Luís, Ricardo y Salomón se miran y poco a poco se sientan a esperar en el filo del proscenio.



III
Al cabo de unos segundos se escucha el estruendo de las puertas metálicas de desembarco que se abren y  cierran  como si tuviesen vida propia. Los que están sentados en proscenio se ponen de pie. Se va la luz y un fuerte viento cruza el escenario. Cuando la luz regresa, previstas, varas y decorados se mueven como si hubiese temblado. Los personajes que salieron han regresado e integran un grupo compacto junto con los demás. Todos estáticos miran hacia el desahogo del fondo izquierda actor, por donde antes saliera el grupo de inconformes. La única luz se proyecta a modo de calle desde ese lugar. Solo Manuel continúa en su sitio bajo un cenital. Entre el haz de luz, entra el tramoyista muerto. Manuel lo ve y le sonríe. 

JUAN: ¿Qué tal Manuel? ¿Ya me sigues?

MANUEL: No Juan.

JUAN: ¿Qué tanto haces aquí Manuel?

MANUEL: Vivir.

JUAN: ¿Vivir?.. Es mejor este sitio. Te lo aseguro.

MANUEL: No pienso ponerme a hablar sobre algo intrascendente.

JUAN: (Ofendido) ¿Eso es lo que te párese? ¿Intrascendente? Este lugar para tú información es trascendental en sí mismo. (Manuel se ríe. Juan apasionado) ¿Piensas que no existe una realidad superior que la adquirida mediante la experiencia de los sentidos, una clase superior de conocimiento, que el que se alcanza sólo por la razón?

MANUEL: Yo me refería a...

JUAN: (Con pación) ¡Existe un reino del espíritu y un reino de la materia, Manuel!

MANUEL: Yo me refería a algo poco relevante... intrascendente, nada más eso.

JUAN: ¡No! Te referías a... ¿Cómo que poco relevante?

MANUEL: ¡Confundes trascendente con trascendental! Yo solo dije, o trate de decir: no quiero discutir sobre algo que no nos va llevar a nada. 

JUAN: ¡Ningún confundiendo!

MANUEL: (Desesperado) ¡Trascendente Juan! Por encima de. ¿Entiendes? Eso quiere decir. Dios puede ser concebido como trascendente. Por encima del mundo, pongo por caso... ¡encima!..

JUAN: (Furioso) ¡No!

MANUEL: (Muy rápido, imponiéndose) ¡Sí! Y Kant fue el primero en hacer una distinción técnica entre los términos trascendente y trascendental. “Reservó el término trascendente para entidades justamente como Dios y alma, las cuales se cree existen fuera de la experiencia humana y son por lo tanto incognoscibles. Y utilizó el término trascendental para indicar a priori formas de pensamiento, es decir, los principios innatos con los que la mente configura sus percepciones y hace inteligible la experiencia. Compaginó en su obra algunos de los puntos de vista más importantes y elaboró una filosofía crítica distinta, llamada trascendentalismo. Su filosofía es agnóstica en tanto que niega la posibilidad de un conocimiento estricto de la realidad última; es empírica en la medida en que afirma que todo conocimiento surge de la experiencia y es objeto de la experiencia real y posible; y es racionalista puesto que mantiene el carácter a priori de los principios estructurales de este conocimiento empírico”. (Respira hondo) ¿Está claro?

JUAN: ¡Tú y tu Kant!..

MANUEL: ¡Pinche fantasma ridículo e ignorante!



IV
Por la sala, tambaleándose, entra El Chino que regresa de hablar por teléfono. Avanza hasta la orilla del proscenio.  Ambos,  Juan y Manuel guardan silencio. El resto de los personajes continúan  inmóviles en su sitio.  

EL CHINO: (A Juan y a Manuel desde la escalera que conduce al proscenio) ¿Y esos?

Se refiere al grupo conformado por el elenco que durante todo este tiempo no se han movido de su lugar.

PEDRO: No pueden verte.

EL CHINO: ¿Qué?.. (Con extrañeza) ¿Quién... eres?..  (Lo reconoce) ¿Tú?..

MANUEL: Sí. Es Juan.

EL CHINO: (Visiblemente desconcertado. Incrédulo) Pero, tú...

JUAN: (Restándole toda importancia) Sí... sí. Todos lo saben. Me resbale.

MANUEL: Calma Chinito. Tómalo con calma.

EL CHINO: (Asustado) ¡Qué!.. ¿Qué tomo con calma, qué? No me digas Chinito.

MANUEL: (Con gran tranquilidad) Está bien, pero tómalo con calma pues.

EL CHINO: (A Manuel, señalando a Juan) Él... ¿Qué hace aquí él?

MANUEL: Bueno sí... él,  él se resbaló, calló, recuerdas ¿no? Y se murió.

EL CHINO: ¿Y tú... qué?..

MANUEL: (Igual. Rápido) No. Yo no. Yo estoy bien. (Le sonríe a Juan) Quiero decir…

JUAN: ¿Y yo no? ¿Yo estoy mal? ¿Eso quisiste decir?

MANUEL: Juan, Juan, no es momento de discutir. Tienes visitas.

Pausa. El Chino los ve durante unos instantes y luego ríe en el colmo. Juan y Manuel se le suman gradualmente. Después de unos segundos los tres ríen.

CHINO: ¿Y Juan está muerto?

MANUEL: Muy muerto, sí.

CHINO: (Tensándose) ¿Y cómo si está muerto lo estoy mirando?

MANUEL: Lo estás mirando, sí.

CHINO: (Cada vez más confundido) ¿Está aquí?

JUAN: Sí. Estoy.

CHINO: (A Juan, rápido) ¡Tú no hables!

MANUEL: (Palmeando a Juan) El muerto.

CHINO: (Contenido. Con ojos muy abiertos) No mames Manuel.

MANUEL: (Casi con una sonrisa) No.

CHINO: ¿Y aquellos por qué no se mueven? (Se refiere al elenco)

JUAN: Ssssst... (Muy bajo) No se encuentran aquí.

CHINO: ¡Que tú no me hables! (A Manuel) ¿Cómo que no se encuentran, aquí?

MANUEL: Están, un poco... más... otro tiempo. ¿Cómo te explico Chinito?..

CHINO: ¡Caramba no me digas Chinito! No me gusta que me digan Chinito. 

JUAN: Y bueno... en ocasiones falla el corazón y...

CHINO: ¿De qué? Quién...

El Chino mira a Juan  y a Manuel que se encogen de hombros. En ese momento, por la izquierda actor entra rodando por sí mismo el baúl donde encontraran el cuerpo de Nacho. El Chino, sudoroso, después de dudarlo y sin quitarle la vista al baúl, se aproxima a Manuel como buscando una explicación.

MANUEL: (Al azorado y tembloroso Chino. En voz baja, como para no molestar) Es Nacho.

CHINO: ¿Quién?

MANUEL: Nacho, Nacho... ¿Sí te acuerdas de Nacho? ¿O, no? El Aggelo... (Confidencial) Le gusta pasearse dentro de su baúl. ¿Recuerdas? Se divierte de vez en cuando. Y hace bien, a veces se confunde tanto el pobre.

Del Baúl sale Nacho sonriente.

NACHO: ¡Chino, te estaba buscando! (El Chino ya no articula palabra. Solo mira a uno y otro sin comprender nada de lo que acontece) Resulta que...

CHINO: (Apenas audible) ¿Qué... que pasa Nacho? ¿Tiene unos hoyos en el piso y es así como lo mueves? ¿No? ¿O cómo? (Se refiere al baúl)

NACHO: No es fácil Chino... pero se mueve solo. Sabes, la verdad es que no era alucine aquello del baúl. Yo estaba allí adentro pues, como me encontraron ese día. Y pasé a formar parte de lo que aquí no existe para unos y sí para otros. Y tú pudiste verme y me oías... los demás, no. Y es que, ya estabas próximo, Chino. ¿Que quieres que te diga? Lo demás no lo entiendo.

JUAN: (Amigable) Ya eres de este lado Chino.

CHINO: ¿Este lado?

MANUEL: Un anima pues.

NACHO: Puro aire como decías.

CHINO: (Inaudible) ¿Y Manuel?

MANUEL: (Jugando con las palabras) No. Yo todavía no soy aire.

JUAN: Manuel es uno de esos extraños especimenes indescifrables. Se sale de los códigos. Un poco raro pero buena gente Manuel. Él si puede oírnos... puede estar con nosotros. No se trata de ningún médium y esas jaladas, ni nada de eso de la metafísica y los poseídos y todo eso que la gente inventa para tener contacto con otras realidades o el más allá. Lo que sí, es que este es un teatro, y en un teatro puede pasar cualquier cosa. Tú lo sabes Chino. El teatro es como una rueca en donde se hilan  las vidas de los seres humanos para hacer mantos. Cada manto una vida. Luego se combinan y aparecen otros mantos con bordados distintos y nos cuentan historias. Y si estamos en un teatro podemos estar en todas partes, en muchas historias, en cualquier lugar de una historia. Podemos ser hasta los personajes de esas historias y no saberlo, o estar muertos y tampoco saberlo -como le paso a Nacho cuando lo del baúl- o no ser nadie, o habitar en una imagen. 

MANUEL: (A Nacho, casi al oído) Esa es la teoría completa del buen Juan.

JUAN: El caso Chino, es que...

CHINO: (Aterrado)  ¿Qué?..

JUAN: ¿A qué lugar quieres ir?

CHINO: (Con la voz en un hilo) ¿Cómo a que lugar?

JUAN: A que parte de la historia. El primer recorrido va por nuestra cuenta.

CHINO: (Temblando) Bueno... yo...

JUAN: ¿Te gustaría...  la escena en donde Cristina narra su encuentro con Peter Brook? ¿O aquella en donde se habla sobre la decadencia del arte escénico y la vida de un tramoyista? O la escena en la que tú entras al teatro por la noche y te encuentras con Nacho...

NACHO: ¿Otra vez?

JUAN: ¿O... el baile?

CHINO: ¿Baile?..

MANUEL: La coreografía.

CHINO: (Solo por decir algo)  Este... s... sí.


V
Un fuerte viento cruza el escenario y la iluminación cambia radicalmente. Manuel,  Nacho y Juan quedan en la oscuridad. El elenco, rápidamente toma sus posiciones en el escenario, mientras que el Chino en su papel de director grita hacia cabina:

CHINO: ¡Música!

Entra la música de la coreografía. El elenco ejecuta  una coreografía de gran dinamismo. Se verán como verdaderos profesionales. Se trata de una coreografía diseñada sobre una música explosiva, alegre y popular. El remate de la misma será espectacular y  sumamente vital. Dado que se trata de un ensayo, no emplean todos los elementos que se suponen; sin embargo, dependiendo de las necesidades, podrán hacer uso de algunos que meterán a escena por los desahogos, a criterio del director. Al terminar, el Chino en su papel de director aplaude profusamente.

CHINO: (Sumamente entusiasmado) ¡Bien! ¡Muy bien! Veamos ahora la escena en donde...

Como en un regreso de tiempo vertiginoso, todos los personajes retornan  a la posición que tenían durante la escena IV del cuadro II.

CHINO: (Desconcertado) ¿Qué... pasó?

Se ilumina el área en donde Juan, Nacho y Manuel conversaran con el Chino; este, saliendo de su desconcierto,  los mira entre agradecido y molesto.

JUAN: Esa escena, en otra ocasión, Chino.

CHINO: ¿Por qué?

JUAN: Cuando aprendas a andar sólo como el ánima que eres ahora, y no corras riesgo de perderte.

CHINO ¿Ánima que soy?

MANUEL: ¡Ya te lo explicamos!

NACHO: Chinito, agarra la onda.

CHINO: ¡Que no soy Chinito! ¡No Chinito! Cuando me dicen Chinito me siento como disminuido de todo y no, no soy un disminuido.

MANUEL: (Lo reprende) ¡Entonces entiende! ¿Cómo quieres que se te explique que tú... pues que te dio un infarto y ahora ya no estás allá sino aquí? (Molesto) ¿Y que en este sitio, al que yo no pertenezco y sí, pero de manera diferente y quien sabe por qué artificio, se les permite continuar existiendo en otra forma? ¿Entiendes?

CHINO: (Dudoso) Sí.

MANUEL: (Molesto) Y que a lo mejor la teoría esa de Juan, es cierta. Y tanto los vivos como los  muertos que habitan en esta historia son un pretexto para que aquí se continúen hilando mantos.

CHINO: ¿Qué?

MANUEL: (Muy molesto) Mantos, mantos. ¿No sabes lo que es hilar mantos? ¡Lo de la rueca hombre! ¡Y ya! ¡Confórmate!

JUAN: Me sorprende tú falta de retención Manuel. (Al Chino) El caso Chino es que si estamos en un teatro, podemos estar en todas partes. ¿Recuerdas? En muchas historias, en cualquier lugar de una historia. Podemos ser hasta los personajes de esas historias y no saberlo, o estar...

CHINO: ¿Muertos?

NACHO: (Con afecto) Si mi Chino, bien muertos.

CHINO: (Intenta sonreír incrédulo, más asustado que sorprendido) ¿Muertos y tampoco saberlo? Está, difícil, ¿verdad?  Pero... ¿y después?

NACHO: Eso, quien sabe. Es demasiado para mi humilde ser de utilero. 

CHINO: Pues sí... Pienso que para mi humilde ser de jefe de tramoyistas también. ¿Cómo va uno a saberlo todo? 

El Chino y Nacho se ven y ríen; en tanto que Nacho franca y abiertamente, él Chino un
poco forzado. Se dan dos o tres palmaditas en la espalda  y salen abrazados por el fondo, seguidos muy de cerca por el baúl de Nacho. 

JUAN: (A Manuel) ¿Entonces qué Manuel, te dejarás caer algún día? Con lo “neuras” que te estás volviendo no te haría mal.

MANUEL: Eso... el caso es que, no figura en mis planes aún Juan.

JUAN: ¿Me visitaras de vez en cuando Manuel? Digo, cuando todo termine. Ya ves que luego malinterpretas mis teorías y es bueno recordártelas.

MANUEL: Sí pero, a lo mejor muero antes y ya no tendré que visitarte.

JUAN: No morirás, Manuel. Imagino que te escurrirás entre los escombros de la puerta principal y llegarás hasta aquí justo al centro del escenario; en donde se tejen los sueños de los que habitan encadenados a las páginas de los libros.

MANUEL: (Ríe al tiempo que limpia sus anteojos) Eso, Juan, cuando existen los recursos económicos para que el fenómeno suceda. 

JUAN: (Juan ríe) Tan difícil como dar vida a los muertos. ¿Verdad Manuel?

MANUEL: Más o menos sí, así es Juan.

Juan se desvanece.

MANUEL: (Ya solo) Como dar vida a los muertos... (Ríe) Allá ellos. (Pausa, Manuel suspira) En fin, en fin. (Sale lentamente por el fondo) “¡Apágate, apágate fugaz candela!  La vida sólo es una sombra que camina, un pobre actor  que se contonea y consume su turno en el escenario,  y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y furia, que no significa nada".



OSCURO LENTO



ACTO DOS


CUADRO UNO

 
I
El Chino suspendido de una voladora, desciende, haciende y vuelve a descender para tocar el piso con suavidad sorprendente.

CHINO: Vamos a ver. Si ya soy ánima, debería volar como ánima sin arnés. Pero por más que lo intento no se me da. Y cuando a alguien no se le da pues no se le da y lo que es a mí creo que ya nunca se me va a dar. Lo que sí, que me he aventado varias veces desde lo más alto; caigo como alma que se chupa el diablo y no me pasa nada, ni un rasguño.  Reboto como pelota en cámara lenta, así. (Hace una demostración) Ni un solo rasguño. Pero volar, lo que se dice volar, no. Nada de nada. Juan me dijo: Cuando aprendas a andar solo como el ánima que eres, entonces podrás ir de aquí para allá. (Truena los dedos) Nada. (Los truena dos y tres veces) Pues no. (Se rasca desconsolado la cabeza)




II
Nacho aparece sonriente a un lado.  De lado contrario, su baúl.

NACHO: Toma su tiempo Chino. A mí me pasaba al principio. Me desesperaba y me encerraba en el baúl. Uno, dos días y volvía a intentarlo. En una ocasión estuve encerrado en mi baúl un mes. Lo primero que aprendí fue a sentarme en las varas de donde cuelgan los decorados. Así, con un soplo y como si fuera viento ya estaba allí, meciéndome como trapecista. Luego supe como dejar mensajes con vaho en los espejos de los camerinos. ¿Nunca viste uno que decía: péguenle al Chino?  

CHINO: ¿Qué paso?

NACHO: ¡Fue fácil! Luego aprendí a retroceder en el tiempo. Y nada más retroceder porque hacia adelante no, pues estamos impedidos para eso.

CHINO: ¿Impedidos por qué?

NACHO: Lo ignoro. Y tampoco puedes ir muy lejos. Si moriste en un lugar, allí te quedas. No pienses que se puede salir de paseo y eso.

CHINO: Es que...

NACHO: ¡No! Ni a la esquina.

CHINO: Pero...

NACHO: (Entusiasta) Pero como este es un teatro, no solo puedes recrear cualquier momento vivido aquí, sino que también puedes ir hasta donde te alcance la imaginación. Eso es muy  difícil de controlar. Pero todavía es más difícil cuando te metes con la fantasía; allí sí, nadie garantiza el regreso. En ese lugar, prácticamente puedes ser cualquier cosa y estar en cualquier historia y enloquecer de todo lo que se te ocurra. Experimentar los más terribles miedos o inigualables alegrías. Los más extravagantes placeres  se mostrarán ante ti con solo pensarlo. Formas, colores, extraños personajes, olores, sonidos… El único límite es el escenario. ¿Pero que límite existe en un escenario? ¡Ninguno Chino! ¡Absolutamente ninguno! Claro, que para eso, debes saber manejarte como toda un ánima. Tener...

CHINO: ¡Vocación de ánima!

NACHO: ¡Exacto!

CHINO: ¡Sabiduría de ánima!

NACHO: ¡Eso es!

CHINO: ¡Animo de ánima!

NACHO: ¡Aja!..

CHINO: Y... y...

NACHO: Observa.

Nacho truena los dedos y baja de tramoya una enorme espada. Alarga el brazo y se escucha un cañonazo. Truena los dedos nuevamente y entra  flotando un caballo. Luego viento y lluvia y un tren que pasa. Nacho hace y rehace ademanes. El espacio se llena de efectos, luces y sonidos increíbles. Bajan, suben, entran, salen, surgen, emergen, aparecen y desaparecen formas que aluden a multiplicidad de objetos, épocas, lugares, acontecimientos, ideas, pensamientos, mundos inconscientes. Nacho y el Chino ríen maravillados. El Chino ayudándose con la voladora, sube, baja, se mece en el aire magistralmente. Se escucha música de otras épocas y de épocas no vividas aún. Extrañísimos efectos y otros reconocibles. El espacio se torna en un vértigo de formas y movimiento.

CHINO: (Flotando) ¡Ya! ¡Ya Nacho! ¡Para! ¡Detén todo!

Nacho ríe incontenible corriendo de un lado a otro. De pronto solo vemos su cabeza. En otro momento flota sobre una nubecilla ridícula. Aunque la descripción del suceso parezca incongruente y caótica, todo lo que acontezca deberá estar regido por una lógica: La lógica de los sueños.

CHINO: ¡No más! Nacho, Nachito! ¡Ay! ¡Ya no por favor!

El Chino y Nacho desaparecen. De pronto todo se detiene y el escenario queda vació. Silencio durante unos segundos. Recortados en un ciclorama azul y en medio de una música de ensueño, Nacho y el Chino descienden suavemente y muy sonrientes. Llevan puestas unas coloridas  alitas de mariposa.

CHINO: (Una vez sobre el escenario y quitándose las alitas) ¡Todo estuvo muy bien! ¡Pero esto último!.. ¿Cómo alitas, y de maripositas?

NACHO: (Quitándose las alitas divertido) Te veías encantador.

CHINO: ¡Apártate mugre Nacho!

NACHO: Una broma. (Muy serio) Todo bien y en orden ¿no? ¿O te sientes raro?

CHINO: ¿Cómo raro?

NACHO: Sí raro, rarito pues.

CHINO: ¡No jodas!

NACHO: Ya cálmate. No perdiste nada. Hiciste  el ridículo... un poquito nada más.

CHINO: (Pausa) ¡No puedo creerlo! ¿Cómo aprendiste?

NACHO: Allí está el asunto. Nadie te enseña. O aprendes o te pudres de aburrimiento. Porque ser un ánima también puede ser mortalmente tedioso.

CHINO: Oye, yo quisiera... ¿Cómo llego a la escena esa en donde?..

NACHO: No sé.

CHINO: Ayúdame Nacho.

NACHO: De veras, no sé.

Nacho va hacia su baúl y lo abre. Del interior sale una densa nube de humo de colores.

CHINO: ¿Qué haces?

NACHO: Me voy.

CHINO: Pero...

NACHO: No puedo ayudarte.

Nacho se mete a su baúl cierra la tapa y se va. 

CHINO: ¡Nacho! No me dejes solo... (Pausa)

El Chino truena los dedos y nada. Los truena otra vez y  se escucha un efecto terrible,
como el de un terremoto. Se cubre instintivamente la cabeza.  Golpes y cosas que se rompen y caen. De telares se desprenden gajos de decorados, trozos de escenografías y unas delicadas medias rosas de seda, que El Chino atrapa y guarda rápidamente en la bolsa de su pantalón. Luego corre de un lado a otro cubriéndose con ambas manos. Las piernas y bambalinas se bambolean peligrosamente. Los efectos de audio se intensifican entre los gritos de auxilio del aterrado Chino, hasta que se hace un repentino oscuro.



II
En la oscuridad, la voz de Chino.

CHINO: ¿Quién anda allí?  (Se escuchan el rechinar de las cuerdas de sujeción de las varas, luego papeles que vuelan o caen) ¡Contesten! ¿Quién es? (Pausa) ¿Nacho? ¿Juan? (Pausa, se escucha viento) ¿Manuel? 

Un efecto como si el tiempo se rasgara. Se escuchan voces lejanas, ecos. Algunos pasos, luego gente que corre en otro lugar. En diferentes espacios irán emergiendo como a través de una cortina de luz los bustos de todos los personajes, excepto Juan, Manuel, Nacho, y Raimundo. Los bustos emergerán  gradualmente, uno aquí otro haya, en diferentes planos y niveles. Durante la siguiente escena, el Chino en su papel de director, Estará sentado en su lugar en la sala.


No se precisa que los textos donde los personajes dan su nombre y cargo, sean dichos ni en el orden en el que se muestran, ni uno después del otro.

BUSTO DEL CHON: Arturo Cortés Ramírez. Tramoyista.

BUSTO DEL POLLO: Iñigo López López. Tramoyista

BUSTO DEL GALLO: Marco Antonio Soto Hernández. Tramoyista

BUSTO DEL TÍO: Ernesto Juárez Prieto. Tramoyista.

BUSTO DEL PADRECITO: Alfonso Pliego Salva tierra. Utilero.  

BUSTO DEL CHICHARO: Ramiro Chicharo Perez. Utilero.  

BUSTO DE RICARDO: Ricardo Santillo Mina. Utilero.

BUSTO DE CRISTINA: Cristina Aguilera Sánchez. Vestuario.

BUSTO DE EVELYN: Evelyn Rosas Riestra. Vestuario.

BUSTO DE JOSÉ LUIS: José Luis Estrella Pérez. Sonido.

BUSTO DE SALOMÓN: Salomón Góngora Flores. Iluminador.

BUSTO DE GUASÓN: Antonio Rosas Lima. Iluminador.

BUSTO DE EL PAI: José Alonso Rodríguez Río. Iluminador.

BUSTO DE EL CÓNDOR: Artemio Santos López. Iluminador.


BUSTO DEL CHAVITO: Alfonso Figueroa Figueroa. Acomodador.

BUSTO DEL DIABLO: Abraham Santillán Domínguez. Acomodador. 

BUSTO DEL COSITAS: Mario Licona Mata. Vigilancia.

BUSTO DE  AMADO TOMILLO: Erasmo Amaro Santín Rodríguez. Vigilancia.

BUSTO DE LA SECRE: Margarita Peña Silva. Secretaria.

Cambia la atmósfera.

TODOS LOS BUSTOS: La verdad, teníamos miedo a salir.

BUSTO DEL TÍO: Puede ser que esta historia se parezca un poco a la nuestra.

TODOS LOS BUSTOS: Teníamos miedo a renunciar y quedarnos sin nada.

BUSTO DE  AMADO TOMILLO: Pero queremos contarla.

TODOS LOS BUSTOS: Y decidimos hacer algo diferente al silencio.

BUSTO DEL PAI: Aquí nos agarro la noche.

TODOS LOS BUSTOS: Nadie dormía.

BUSTO DE LA SECRE: Y de noche, este lugar  es como una cueva muy oscura.

TODOS LOS BUSTOS: Pero decidimos exigir un derecho.

BUSTO DE SALOMÓN: Entonces nos humillaron.

TODOS LOS BUSTOS: Fue en ese momento que abrimos los ojos.

BUSTO DE EVELYN: Tuvimos frió y hambre.  

TODOS LOS BUSTOS: Protestamos.

BUSTO DE CRISTINA: Y nadie nos escucho.

TODOS LOS BUSTOS: Solo ustedes.

BUSTO DE JOSÉ LUIS: Por eso estamos aquí.

TODOS LOS BUSTOS: (Casi en secreto) Para seguir siendo escuchados.

EL CHINO: (Desde su lugar en la sala, en su papel de director) ¡Bien, muy bien!  ¡Luz de trabajo!

Se hace un pequeño oscuro y entra la luz de trabajo. Todos aguardan las indicaciones del Chino.

EL CHINO: (Subiendo al escenario) ¿Entienden de que se trata la escena?

GALLO: De una jalada. (Risitas encubiertas)

CHINO: ¿Una jalada? ¿Te parece una jalada?

GALLO: ¡Estamos por perder nuestro trabajo! Para tú información, este asunto es serio Chino.

CHINO: ¿Y que quieres hacer? ¿Nada? ¿Crees que el teatro es un asunto poco serio? ¿Crees que es un juego absurdo? Tú has vivido del teatro desde que tienes memoria y creo que merece respeto de tú parte.  

GALLO: La escena me parece estúpida.

CHINO: ¡Es una escena Expresionista! (Con pación) Sus bustos, ¿entiendes? Sus bustos hablando. ¿No es genial? Se ve sublime...

GALLO: Me cae que hablas como el directorcete ese que puso aquí la obra de: “Dame la carta antes de que sea tarde” (Risitas de todos) “Sublime”, decía... “En verdad sublime”... ¡No, sí hay cada director de escena más creído y más retrograda que hasta dan lastima! Y luego vienen aquí y quieren enseñarte. Cosa ridícula. ¿No?

CHINO: (Al grupo) ¿Todos piensan igual?

POLLO: De la escena, pues sin más, sí. Cursi hasta las lagrimas.

COSITAS: Pues... medio, rara ¿no?

LA SECRE: Yo no entiendo por qué decimos nuestros nombres.

CHINO: Para que los conozcan. La idea es que están como ante un juicio. Es... es simbólico.

CHAVITO: Mejor montamos una musical como la del Diluvio... o el Violinista... o la de Kats...

SALOMÓN: ¡O nada! ¡Mejor nada! Digo, ya estamos adentro del ajo y pues ahora toca esperar a ver que dicen los dueños. ¡Solo eso! (Al Chino) ¿Cuántos días encerrados y tú con la idea de una obra “de drama”? Es como un... perdóname; como pellizco de monja,  Chino.  

CHINO: (Indignado) ¡Dramática, obra dramática! No obra de drama. Y para tú información, así se le nombra al teatro que se escribe. Escrito pues. Y se entiende por drama una historia que narra los acontecimientos vitales de una serie de personajes. (Muy en su papel de director) ¡Ignorantes! ¿Ustedes piensan que yo no sé lo que estoy haciendo? Esta escena es expresionismo puro de la mejor calidad. Da relevancia a la expresión de los sentimientos y las emociones, más que a la representación de la realidad cruda. Refleja preocupaciones hondas...
POLLO: Pues será de un expresionismo muy fino como dices, pero la escena es pésima.
GALLO: ¡Insufrible!..

CHINO: ¿Qué?

TÍO: Puro ridículo...

CHINO: ¿Tú también Tío?

TÍO: Es que no aporta nada. ¿Qué aporta al desarrollo del conflicto, qué?

CHINO: ¡Esta bien!.. Ya veremos si queda o no queda. Todos son ahora expertos ¿he? Toda esa jerga la han aprendido de loa directores que han pasado por aquí.

GALLO: Tu también. Solo repites sin entender nada. (Burlón) Expresionismo, expresión de los sentimientos, ficción, drama...

CHINO: Como dije. Yo decidiré si la escena se queda o se corta.

GALLO: ¡Perdóname pero el que no se queda soy yo! ¡Ahí dejo el libreto! (Avienta su libreto y se va)

JOSÉ LUIS: ¡Peor que actor vedette! (Risitas generales)

POLLO: (También aventando su libreto) ¡Búsquense otro! Mejor hago mutis a tiempo, que un ridículo retardado. (Sale de igual modo muy digno)

EVELYN: ¡Pues yo tampoco quiero! Mi papel es muy chiquito. Casi ni salgo. Así que... (Arroja su libreto al piso) Y no lo levanto hasta que me des un papel importante. (Se cruza de brazos)  

TÍO: Siempre quise tirar un libreto al piso como le hacen los verdaderos actores temperamentales. (Azota su libreto y sale decidido. Antes de hacer mutis por completo se detiene y ve a todos, especialmente al Chino) ¿Qué, nadie me va a detener?

CÓNDOR: Para puras vergüenzas das tú Tío. (Burlón) “Verdaderos actores temperamentales”. Más que temperamentales, payasos. 

Se desencadena una ola de comentarios en torno a lo acontecido hasta ahora. Algunos arrojan sus libretos haciéndose los ofendidos. Otros se muestran en contra muy molestos. 

CHINO: ¡Silencio! ¡Silencio! ¿Ustedes creen que quiero estar aquí? ¿Qué me gusta el papelito de director de escena? ¡Pues no! Pero me lo pusieron y punto y así es y no hay más...

DIABLO: (Recogiendo su libreto del piso) Sí señor. ¿Disciplina verdad señor?

CHINO: (Cómo energúmeno) ¡Qué sí señor, ni qué!.. ¡No! ¡Sí hay más! ¡Estoy hasta el tope!  ¿Piensan que son los únicos sensibles? Yo también soy sensible y payaso igual. Miren cuan payaso puedo ser. (Intenta rascarse la planta de un pie) ¿Ven esto? (Se rasca un sobaco) ¿O esto? ¿Esto les parece lo suficientemente payaso?  (Grita a alguien que se encuentra en otro lugar) ¡Eeeeeeeeeeeeeeh!.. (Se escucha el eco) ¿Sí usted, el autor, escucha? Sepa que en este momento renuncio. ¡No me interesa!  (Rompe el libreto con furia) Hasta aquí llegó el Chino en su papelito de director de escena. (Los personajes que continúan en el escenario van saliendo gradualmente sin entender bien a bien lo que sucede)  ¡Eeeeeeeeeeeeeeh!.. ¿Me está usted oyendo? (Pisa el libreto y hace rabieta. Luego lo levanta, lo abre y lee furioso) Aquí en la pagina veintitrés dice, dice: “El teatro es como una rueca en donde se hilan  las vidas de los seres humanos para hacer mantos. Cada manto una vida, y luego, se combinan y aparecen otros mantos con bordados distintos y nos cuentan historias”. (Ya totalmente solo) ¿Qué le parece si en lugar de “hacer mantos” le ponemos, “hacer nacos”? ¿Eh? ¡Sí, eso! ¡Nacos! ¿Ya me va a correr? Estoy cambiándole su texto, su grandioso e inviolable texto de porquería.  (Azota el libreto de nueva cuenta, fuera de sí)  ¡Demasiado esfuerzo! ¡Mejor me quedo como tramoyista a secas y le dejo estas responsabilidades a quien le guste sentirse como la divina providencia celestial y omnipotente!

De tramoya, como invocada, desciende una  representación de la divina providencia. Se escucha una música celestial.

CHINO: (Cae de rodillas) ¡Perdón, perdón!.. No quise ofender. Yo... no soy más que un humilde pecador. Tenga misericordia de su siervo. 


Reza tembloroso en voz muy baja. Del rezo que se muestra a continuación, solo se seleccionara un pequeño fragmento.

-Señor, ten piedad de nosotros
-Cristo, ten piedad de nosotros
-Señor, ten piedad de nosotros
-Cristo, óyenos
-Cristo, escúchanos
-Dios, Padre celestial,
-Dios, Hijo Redentor del mundo,
-Dios, Espíritu Santo,
-Trinidad Santa, Un solo Dios,
-Dios, en quien vivimos, nos movemos y somos,
-Tú, que creaste el cielo, la tierra y el mar,
-Tú, que creaste las cosas según su medida, número y peso,
-Tú, que equilibraste los cielos con tu mano y señalaste sus límites al mar,
-Tú, que lo diriges todo según el designio de tu voluntad,
-Tú, Dios omnipotente y sapientísimo,
-Tú, que abres tu mano y colmas de bendiciones a todos los vivientes,
-Tú, que haces salir el sol sobre los justos y pecadores...


DIVINA PROVIDENCIA: ¡Has pecado de pensamiento palabra y obra!

CHINO: (Cubriéndose los ojos) Sí omnipotente señor de todas las plegarias. Pequé, pequé, pequé. 

DIVINA PROVIDENCIA: ¿Cómo te atreviste a insultar a los grandes creadores comparándote con ellos?

CHINO: Perdón...

DIVINA PROVIDENCIA: ¿Cómo se te ocurre pensar siquiera en sustituir una sola palabra de una obra artística... de un texto dramático tan bello y revelador? 

CHINO: ¡Me arrepiento!

DIVINA PROVIDENCIA: ¿Cómo es posible que hagas mofa poniendo en ridículo la sagrada profesión de un director de escena? ¿El sublime cargo de un Magíster de la representación dramática? ¿Dador de entendimiento y lógica, de inconmensurable belleza estética, revelador de las cuerdas más finas, insondables y ocultas de las pasiones?
CHINO: Merezco el peor de los castigos serenísima majestad, señor del universo...  pero pido perdón humildemente.

DIVINA PROVIDENCIA: Solo un osado miserable se inclina a poner en entredicho la sabia persona de un dramaturgo. Dador de vida y muerte, de fortuna o infortunio. Dador de todas las cualidades y defectos, de todos los dones, placeres, martirios, alegrías y pesadumbres de la tierra. Solo él reparte las risas y los llantos. Casi un dios todo poderoso capaz de recrear las vulgares historia de los hombres, llevándolas por medio de la agudeza de su arte a lo más excelso, sublime y delicado de la expresión humana. 

CHINO: Yo pecador me confieso.

DIVINA PROVIDENCIA: (Con voz terrible) ¡Sufrirás el castigo de los míseros, viles y débiles!

CHINO: ¡No!

DIVINA PROVIDENCIA: ¡Y lo peor! ¡Te atreviste a insultarme a mí, comparándome con ellos! ¡Dijiste: “mejor me quedo como tramoyista a secas y le dejo estas responsabilidades a quien le guste sentirse como la divina providencia celestial y omnipotente”!

CHINO: ¡No!

DIVINA PROVIDENCIA: ¡Hiciste escarnio de mi divina grandeza!

CHINO: ¡Me arrepiento!

DIVINA PROVIDENCIA: ¡Por este sacrilegio, quedaras condenado al martirio de los infiernos!

CHINO: ¡Allí no!.. ¡Por favor, por favorcito!

DIVINA PROVIDENCIA: Lo siento mucho, Chinito.

CHINO: (Aterrado, casi en el llanto) No me diga Chinito. (Llora) No Chinito...

Se escucha el estruendo de un rayo. Luego enormes pisadas que se alejan. El Chino tiembla sudoroso en el piso.  La representación de la divina providencia desaparece.




III
Como si flotara, entre una intensísima luz ámbar, entra Juan sobre una nube de humo.

JUAN: ¿Te diviertes?

CHINO: (Se pone de pie rápidamente) Este... ¡Juan! Este, yo... ¿Escuchaste?

JUAN: Nada.

CHINO: ¡Un rayo! ¡Un rayo muy fuerte! ¡Y pisadas!

JUAN: No.

CHINO: ¡Pisadas enormes!

JUAN: (Ríe) Nunca.

CHINO: ¡La divina providencia!

JUAN: ¿Cuál?

CHINO: ¡Me condenó en el infierno!

JUAN: Eso no existe.

CHINO: ¿No? ¿Y el de ese Dante?

JUAN: Pues es de Dante.

CHINO: ¡Soy un Idiota!

JUAN: Un poco sí, Chino; pero pasable.

CHINO: ¿No sirvo para ánima?

JUAN: No se trata de servir o no. Se requiere práctica, es todo.

CHINO: (Después de una pausa. Tristemente) Juan... eh... no me siento muy bien.

JUAN: Sucede.

CHINO: Me refiero a... Juan... ¿Qué paso después de... de que me morí?

JUAN: No puedo hacer nada al respecto.

CHINO: llévame. 

JUAN: Imposible.

CHINO: Pero ustedes... cuando la coreografía me…

JUAN: Solamente esa vez.

CHINO: Pero...

JUAN: (Un poco fastidiado) Qué quieres caramba, ¿hacer de esto un asunto tristemente serio? Además, lo que sucedió ese día, no ha sucedido, aún.

CHINO: ¿Cómo aún?

JUAN: ¡No ha pasado! ¿Entonces, cómo quieres ir a un lugar que todavía no existe?

CHINO: Pero…

JUAN: Sí, sí, te entiendo, créeme. Aquí el tiempo es definitivamente relativo y yo no tengo nada que ver. 

Se escucha el tono de un teléfono que llama.

CHINO: ¿Es para ti?

JUAN: ¡No seas tonto Chino! (Pausita) Ese teléfono suena en otro lugar… (Pausa) Creo que… ahora sí está a punto de suceder…

CHINO: ¿Qué?..

JUAN: Silencio… ¿No fuiste a hablar por teléfono antes de?..

Se escucha que descuelgan.

CHINO: (Pusita. En voz baja) Sí…

El Chino suda copiosamente. Un temblor recorre su cuerpo ante la presencia eminente del momento previo a su muerte.

VOZ FEMENINA: …Oficina del licenciado Wilman Castrejón.

VOZ DEL CHINO: Señorita... ¿Se… encuentra el licenciado?

VOZ FEMENINA: ¿Quién lo busca?..

La luz se desvanece en la zona que ocupan Juan y el Chino. Se ilumina el desahogo derecho actor justo frente a la puerta de desembarco. Durante los siguientes diálogos, se verá en “acción retardada” a los personajes que en la escena dos del cuadro tres del primer acto, salieron para tratar de huir por las puertas de desembarco. Su tarea escénica consistirá en ir hacia la gran puerta para abrirla.     

CHINO: …Hernán Méndez, Jefe de tramoyistas.

VOZ FEMENINA: ¿Tramo-yistas?

CHINO: Sí señorita.

VOZ FEMENINA: ¿Para qué asunto?

CHINO: Le hablo de aquí del teatro…

VOZ FEMENINA: Permítame un segundo. 

Se escucha música de espera que se repite una y otra vez.

VOZ FEMENINA: (Después de una considerable espera) ¿Cómo me dijo que se llamaba?

CHINO: Hernán Méndez.

VOZ FEMENINA: Permítame un segundito.

De nuevo la música de espera que se repite una y otra vez.

VOZ FEMENINA: ¿Señor Hernán?

CHINO: Sí señorita.

VOZ FEMENINA: Le pasé al licenciado una tarjetita, pero se encuentra en una junta importante. Llame en media hora por favor…

CHINO: ¡Es urgente!..

VOZ FEMENINA: ¿Qué tan urgente?

CHINO: …Urgente.

VOZ FEMENINA: En media hora, por favor.

Cuelga. La luz baja en el área de la puerta de desembarco. Gradualmente se diluye el tono del teléfono, que hasta ese momento ha sido muy notorio.



CUADRO
DOS
  
 I
El Gallo, Ricardo, Cristina, José Luis y Salomón, están sentados en el filo del proscenio  tal y como quedaran al final de la escena dos del cuadro tres del primer acto, en espera del Chino. El resto, ha salido por el fondo izquierda actor hacia las puertas de desembarco. Afuera del teatro se continúan escuchando cada vez más voces. Se escuchan también pequeños golpes rítmicos provenientes de los escudos de los granaderos sobre el piso en la puerta principal del teatro. Estos, se intensificarán gradualmente conforme transcurra la escena.


CRISTINA: ¿Qué hacemos?

SALOMÓN: Esperar.

CRISTINA: ¿Qué?..

SALOMÓN: Que regrese el Chino.

JOSÉ LUIS: Lo malo, es que cada vez somos menos.

GALLO: (Imitando el sonido de los golpes) Pac, pac - pac, pac, pac... Y cada vez más cerca, más violentos. No creo que los demás salgan por las puertas de desembarco, no los veo dejándonos solos.

JOSÉ LUIS: ¿Tienes lagañas o qué tienes?

RICARDO: ¿Pero, qué esperamos?

SALOMÓN: Ya lo dije.

RICARDO: ¡No! De esto, de todo este embrollo en el que nos metimos...

SALOMÓN: Pues... yo ya no sé bien que quiero.

CRISTINA: (Después de una pausa)  Dignidad... ¿o no? (Pausita) Dignidad...

Los golpes de los escudos terminan repentinamente. Se escucha el ruido provocado por el exceso de volumen de un altavoz, y luego una voz distorsionada y amplificada.

VOZ OFF ALTAVOZ: Esta es una última advertencia... Las cosas se han llevado al extremo... Les solicitamos soltar a los rehenes primero. ¿Escuchan?  Sabemos que tienen armas. Primero los rehenes. (Ruido del altavoz) Luego las armas. Se les da una hora de plazo  para entregar el inmueble, de lo contrario se procederá... (Ruido del altavoz)... Queremos hablar con su líder...  (Ruido del altavoz)

Todos se ponen de pie sorprendidos.

CRISTINA: ¿Qué líder? ¿Qué rehenes?

JOSÉ LUÍS: (Riendo incrédulo) ¿Armados? ¿Dijeron armados? ¿De qué se trata? (Grita hacia la puerta principal) ¿De qué se trata, eh? (Se adelanta unos pasos) ¿De qué se trata? (Pausita) (Llamando) ¡Chino!

GALLO: ¡Cálmate José Luis!

JOSÉ LUÍS: ¡Nos quieren fundir Gallo!.. O se confundieron de lugar… o aquí hay cuartada.  ¿En donde está el Chino?

Se ilumina nuevamente el área de las puertas de desembarco. Se ve a los personajes empujar las puertas hasta cerrarlas con gran estruendo. La zona se oscurece. En ese momento entra el Chino, pálido y  tambaleante por el pasillo de la sala -justo por donde salió- avanza hacia el escenario. Cristina, Salomón, el Gallo, José Luis y Ricardo no atinan que hacer.  Se les ve incrédulos, como si se tratase de una broma de la cual no están muy seguros. Los personajes que salieron para intentar un escape por las puertas de desembarco regresan apresuradamente y se integran en un grupo compacto, excepto Amado Tomillo, que se le ve rezagarse meditabundo.

CRISTINA: (Hacia el Chino.) ¿Chino?..

JOSÉ LUIS: (Hacia el Chino) ¡Chino!

EL PAI: (A Cristina, Salomón, el Gallo, José Luis y Ricardo) ¡Estamos rodeados!

EL GALLO (A José Luís, refiriéndose al Pai y al grupo que regresa) Allí los tienes.

JOSÉ LUIS: (Al Pai) ¿Cómo rodeados?

EL DIABLO: ¡Eso! Tampoco se puede salir por los desembarcos. Y pues como nos creen peligrosos, con rehenes y armas pues... ya bailamos... ya nos toco con la más fea. ¿No dijeron eso? ¿Que querían a los rehenes?.. 

VOZ OFF ALTAVOZ: ¿Escuchan? (Ruido del altavoz)  ¿Escuchan? (Ruido del altavoz)  ¿Escuchan? (Ruido del altavoz)... En diez minutos llamaremos... (Ruido)... (Ruido)...

Los golpes rítmicos de los escudos retornan. El Chino se apoya en el filo del proscenio. Suda copiosamente. De pronto se aprieta el pecho como por instinto con ambas manos, busca aire que jala a bocanadas con desesperación. El rostro desencajado, lívido. Gira sobre su eje y cae fulminado en la escalera de acceso al proscenio del escenario.

CRISTINA: (Va hacia él y lo zarandea con delicadeza, como si tratara de despertarlo) Chino... ¿Qué tienes Chinito?..

SALOMÓN: (A Cristina) No le digas Chinito...
GALLO: ¡Chino... responde Chino! No nos estés jugando ahora una mala pasada... ¡Chino del demonio!.. No te hagas el loco... no en este momento.

JOSÉ LUIS: (Acercándose) No creo que el Chino quiera jugar, Gallo. (Todos se van aproximando poco a poco)

SALOMÓN: ¿Entonces qué?

JOSÉ LUIS: Pues... (Pausa larga) más bien… ya no está aquí.

EL TIO: (Desde el grupo) ¿Y ahora?

EL CHICHARO: ¡Pues eso!

COSITAS: (Después de una pausa) ¿Eso?

EL CHICHARO: ¡Sí! Eso, eso...

JOSÉ LUIS: ¡Cállate Chicharo! ¿Eso que mierda?

EL CHICHARO: (Va hacia José Luis)  Lo del líder.

El grupo se aproxima al resto de los compañeros que miran al Chicharo intrigados.

EL GALLO: ¿Qué Líder?

EL CHICHARO: Lo que dijeron por el altavoz... Dijeron: queremos hablar con el líder ¿no? Pues ya no hay líder.

RICARDO: ¡Nunca ha habido líder, Chicharo!

EL CHICHARO: Ya hay uno... este. (Señala el cuerpo del Chino) Este que ya falleció el pobre, por lo tanto ya no hay líder. Les diremos cuando hablen: Ya no tenemos líder, se murió, vengan y véanlo... eso les diremos y también que el Chino fue el que movió todo y lo pensó... (Los que integran el grupo que intentó salir por las puertas de desembarco aprueba con timidez la idea) que nosotros somos... pues que como es nuestro superior y como jefe de tramoya, pues que solo seguíamos sus ordenes.

EL PAI: ¡Eso nos libra! ¡Nadie sale perjudicado!..

RICARDO: ¡Que poca... me cae que sí!.. ¡Que poca su madre, la de los dos!

CRISTINA: ¡El Chino está muerto! De veras, ya ni la riegan. ¿Que les pasa?

SALOMÓN: Creo que lo mejor es... pues ya terminar.

EL CHICHARO: Eso es lo que digo...

SALOMÓN: No así, como tú dices. Creo que lo mejor es salir y que se den cuenta de que no tenemos armas, ni rehenes...

Por el fondo izquierda sin que nadie se percate de su presencia entra Raimundo, el coordinador del teatro. Se queda a prudente distancia escuchando.  Un minuto después por el lado contrario entra Manuel y aguarda observando en la penumbra. Tampoco se percata de la presencia de Raimundo.

GALLO: ¿Y te van a creer? Te dirán: sí señor, que bueno que ya lo pensaron y nos entregan el teatro; pueden irse a sus casas. ¡No Salomón! Esto no funciona así, si no tenemos armas las siembran, si no tenemos rehenes los fabrican. Aquí la cosa ya se puso seria. Además del Chino allí tendido. Si no nos siembran las armas y fabrican los rehenes, sí la muerte de este. Les diremos: ¿Se murió solito?.. (Risa nerviosa) con la situación como va, (hace una seña) ¡así, nos van a creer, mira!

RAIMUNDO: (Aproximándose con calma. Se limpia la garganta.) Buenas tardes… El Gallo, tiene razón.  (Todos lo miran sorprendidos) Las cosas funcionan de otro modo… (Pausa) ¿Cómo murió el Chino?

LA SECRE: ¡Señor Raimundo!

CHON: ¿Por donde entraste?

RAIMUNDO: ¿Cómo murió?

GALLO: ¿Qué haces tú aquí?.. Tienes muchas cosas que explicar Raimundo.

RAIMUNDO: ¡Calma Gallo!

GALLO: (Se le va encima) ¡Cuál calma, ni qué nada!

EVELYN: ¡No Gallo!

LA SECRE: (Trata de detener al enfurecido Gallo, sin lograrlo) ¡Déjelo, déjelo! No sea abusivo. Usted nunca quiso bien al señor Raimundo... Mírelo, está blanco de tan asustado. (A Raimundo) No sabemos de que se murió el Chino… (Ve a sus compañeros, luego a Raimundo)…don Raimundo. Hace un ratito se cayó allí. A lo mejor se infartó.

GALLO: (A Raimundo, zarandeándolo) ¡Tú nos echaste a los granaderos y causaste este relajo! ¡Te vendiste! Te fuiste a poner a sus órdenes, a lamer el piso.

RAIMUNDO: ¡No!

GALLO: ¡Cómo no! Peor que callejera. ¿Querías quedar bien? (Señala el cuerpo del Chino) Mira que bien quedaste infeliz. Fuiste a echarnos de cabeza y a decir que éramos unos secuestradores y estábamos armados, ¿solo por quedar bien? ¡Responde, Raimundo! ¿Por quedar bien o qué?..

RAIMUNDO: (Zafándose) ¡Qué no! No, no. ¡Yo no dije nada de eso! ¡Yo no me vendí a nadie!

CRISTINA: ¿Cómo entró entonces? ¿Cómo entró si estamos rodeados? ¡Soplón! ¡Oreja! (Le da un bofetón)

LA SECRE: ¡Cristina!

EVELYN: ¡No Cristina!

CRISTINA: ¡No te metas! (A Raimundo) ¡Nadie más que usted mato al Chino! ¿Me oye? ¿Me escucha bien pedazo de nada? ¿Qué quiere? ¿A qué vino?

JOSÉ LUIS: (Provocándolo) Mira Raimundo. El asunto es serio, muy serio. Tú no puedes andar por allá y por acá al mismo tiempo. No es bueno para ti...

RAIMUNDO: ¡Déjenme hablar! 

JOSÉ LUIS: ...No es bueno para nadie. Así que si tú tuviste que ver en esto, es mejor... más te vale Raimundo, que te vayas por donde entraste y lo arregles.

RAIMUNDO: (Desesperado) Déjenme decirles las cosas que sé. Denme chance de Hablar.

SALOMÓN: ¡Mejor vete Raimundo! Vete y desmiéntete. Diles que no somos lo que creen.

CHON: (A Raimundo) Te conviene mejor de ese modo.

POYO: Yo también creo que... mira, yo sí estoy loco. Lo reconozco. Pero es mejor eso, que ser un pobre traidor vendido y sin madre que vea por él.

RAIMUNDO: (Al borde del llanto) Yo puedo explicarlo... (Mira su reloj)

MANUEL: (Se aproxima y dice con gran calma) Déjenlo hablar.

Todos ven a Manuel. Se hace un denso silencio. Luego miran a Raimundo en espera de una explicación.

RAIMUNDO: (Débil) En todo este tiempo, desde que me fui no he salido de mi casa… solo por unos encargos. Hasta hoy temprano. Quise comunicarme pero ya nadie trae su celular funcionando y los teléfonos de las oficinas están intervenidos.

CHON: ¿Por donde entraste?

RAIMUNDO: Por el sótano... la puerta clausurada que da al estacionamiento.

CHICHARO: ¿Por allí se puede salir?

RAIMUNDO: Yo entre. Salir ahora quien sabe. Cada vez llegan más agentes. Afuera está acordonado y hay policía de la P.G.R. El asunto se comenta ya en radio y televisión. Los tienen por infractores y delincuentes. Mejor salgan, entréguense. Es mejor así que pagar otras desgracias. Yo se los dije a tiempo, pueden explicarlo todo, hay derechos humanos y vivimos en democracia. Yo solo quiero lo mejor para ustedes. Por eso estoy aquí, tenia que advertirles. (Saca unas fotografías de sus bolsas)  Miren, miren les traje estas fotos de sus familias. Ellos quisieron que se las diera y me encomendaron el encargo de decirles que no valía la pena seguir...  

POYO: (Sarcástico) ¡Qué buen corazón tienes! Eres como el cielo de lindo.

PAI: (A Raimundo) ¡Tú llegaste por otro lado!

POYO: No le has respondido al Chon. ¿Cómo entraste?

RAIMUNDO: ¡Ya dije! (Ve su reloj)

POYO: No creo… Te mandaron.

RAIMUNDO: Párenle ya.

POYO: ¡Te mandaron!

CHICHARO: ¿Por qué no crees que se pueda salir y sí entrar?

POYO: Esa puerta, la del sótano, hace mucho que se tapió por el otro lado. Nada más quería saber si eras de buen corazón.

RAIMUNDO: ¡Tú no sabes!

POYO: ¡Pregúntale entonces al Pai! El sabe todo de este lugar. 

RAIMUNDO: (Pausa. Se miran durante unos momentos) ¡Está bien! ¡Está bien! Yo lo pedí. Les dije: déjenme convencerlos. Les conviene, no les van a hacer nada. No represalias. ¿Quieren irse de una vez por todas? Vamonos ya.  Quién quiera vamonos...  

CRISTIN: Me das pena Raimundo. Quien sabe por cuanto te prestaste a venir para informar de nosotros. ¿Qué les vas a decir? ¿Qué les dijiste?

RAIMUNDO: El que salga conmigo se salva, por Díos que se salva.  ¿Por qué creen que los dueños movieron el asunto tan rápido? A ellos no les importa, tienen influencias, modo de hacer lo que hacen.

LA SECRE: (A Raimundo) ¿De veras viene a salvarnos?

JOSÉ LUÍS: ¿Pero por qué nos tratan de delincuentes y secuestradores?..

RAIMUNDO: Se evitan broncas ¿no? Para ellos es mejor así ¿no? (Se rasca la comisura de los labios) Mejor delincuentes, que empleados de muchos años. (Pausa)

POYO: ¡Yo ya no creo en nada, ni en el infierno ni en el cielo, ni en nada!

 

II

Por arriba derecha actor entra Amado Tomillo. Trae arrastrando un costal, al parecer muy pesado. Raimundo se rasca la comisura de sus labios.

AMADO TOMILLO: ¡Oigan!.. Esto estaba debajo de la escalera de la “cava” y como que no pertenece aquí. 

El grupo se acerca con curiosidad.

EL CÓNDOR: ¡Pues no! Quién sabe que sea.

RICARDO: ¡Allí déjalo!

EL PADRECITO: A ver, hazte a un lado...

TÍO: (Tomando el costal) ¡Está muy pesado!

CHON: ¡No vaya a ser un cadáver!

SALOMON: (Irónico) Nuestro cadáver ¿no?

CONDOR: No juegues.

CHAVITO: ¡Cómo el del baúl!

EVELYN: Pobre Nachito. No lo invoquen. No es bueno invocar a los muertos porque luego llegan como ánimas.

EL PADRECITO: (A Ricardo) Desamárralo.

EL GALLO: ¡Cuidado, con cuidado!

Ricardo desata el nudo y el Gallo abre el costal con cautela. Mira hacia el fondo y luego ve a Raimundo con gesto desencajado. Raimundo, libido ante el hallazgo de Amado Tomillo y la mirada del Gallo, trata de disimular su estado de ánimo, sin lograrlo del todo. 

GALLO: (Contenido) ¡Conque!.. (Saca una Cuernos de Chivo) ¿Así las cosas Raimundo?

Empieza a sacar varias armas, hasta diez que pasan de mano en mano, sin medir las consecuencias y más por curiosidad y cierto morbo, que por otra cosa. Durante los siguientes diálogos la acción continuará de modo que al final de la escena la mayoría tiene un arma en la mano.

CRISTINA: ¡Dios mió!

GALLO: ¡Armas! Muchas... armas.

JOSÉ LUIS: (Contenido) ¡Las armas que decían que teníamos!

RICARDO: (Mirando con curiosidad otra arma) ¡Que ahora sí tenemos de adeveras! ¿No?

Raimundo mira sudoroso su reloj.

EL POLLO: (A Raimundo igualmente con un arma en las manos. Sarcástico) ¿Entonces... tú eres el rehén? Que “peluca” te estás mirando... Que “peluca”. Tú eres el rehén. (Ríe incrédulo para sí)

LA SECRE: (Consternada a Raimundo) ¿No, verdad?

RAIMUNDO: (Contenido) ¡No sé nada!

CRISTINA: ¡Cállese, Raimundo! Mejor cállese.

EVELYN: Entonces… ¿ya no hay salida?

RAIMUNDO: Yo...

EVELYN: ¿No hay salida? Mírenos don Raimundo, desamparados, mi familia en la casa esperando a nadie, porque yo ya soy nadie. Después de treinta días, nadie. Estoy cansada, muy cansada y harta. Y usted es algo peor que yo, que no soy nada. Usted... usted... ¡Deshágalo todo! ¡Dígales la verdad!

RAIMUNDO: ¡No puedo!

EVELYN: (Tiembla de rabia) ¡Por qué!

RAIMUNDO: ¡Porque ellos inventaron esta mentira!

Le apunta temblorosa con una pistola que también ha llegado a sus manos como por casualidad. Todos retroceden.

CRISTINA: (Con dulzura) ¡No, Evelyn!..

MANUEL: Matarlo no vale la pena. ¿O crees que vale la pena?  Sé de buena fuente que es mejor que pague estando vivo...

Manuel se retira hacia el fondo, se recarga en el ciclorama y se ajusta los lentes. Luego abrirá su periódico, que es el mismo de hace días y se extraviará en la lectura.  

LA SECRE: (Sumamente desgastada, lastimera) Déjalo vivir Evelyn, por favor, déjalo vivir. (Se acerca a don Raimundo) ¿Por qué don Raimundo?.. ¿Por qué? ¿No tiene dos hijos? ¿Esposa?..(Pausa) Me tiene... tienes a mí... ¿o ya no me tienes?.. ¿Me sigues queriendo? Y todo este tiempo... imaginé que pensabas en nosotros, que... pensabas… Nunca creí que las cosas se iban a poner en nuestra contra así, tan... Debí irme con tigo cuando me lo pediste. (A Evelyn) No lo mates.    

SALOMÓN: (Para sí) ¡Caray!.. De veras... de lo que se entera uno.

EVELYN: (Temblando de ira) ¿Y qué otra cosa merece? De todas maneras nosotros ya estamos por cruzar el río. ¿Se acuerdan? Caronte, el barquero, el encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro, nos está esperando. Así decían en esa obra...

DIABLO: (Acariciando una pistola calibre treinta y ocho, que llego a él en su momento) Y del otro lado: la puerta al inframundo. Sí así decían en esa obra.  (Se queda como ido, viendo el arma en sus manos)

TÍO: ¡Nadie más se va a morir!

EVELYN: (Refiriéndose a Raimundo) Solo este... Este, sí se muere...

CRISTINA: (Temblorosa) ¡Evelyn... tranquila, tranquila!..

RAIMUNDO: (Con la voz atorada en la garganta) ¡Déjenme ayudarlos! El que quiera salir conmigo... es tiempo...  lo juro... ¡por Dios que sí!

EVELYN: (Contenida) ¡Miente!

MANUEL: (Desde su lugar) Déjenlo hablar.

POYO: (A Manuel. Agresivo) Tú qué… ¿vienes con él o cómo?

RAIMUNDO: Yo… yo lo juro... (Tiembla) por mi madrecita, que es una santa... y bendita... Yo no quise hacerles daño. Cuando salí, dos días después me agarraron. Me lo dijeron claro: Tú vas a cooperar.  No me vendí... no me dieron nada... estoy limpio... Miren mis manos, no tengo nada…

CHON: (A Evelyn) ¡Ya dispara! Total, es como tú dices, nosotros más bien ya estamos cruzando en la barca esa del tal ese, y del otro lado todo se ve muy negro...

LA SECRE: (Desesperanzada y con tristeza infinita) Yo, todavía veo luz…

RAIMUNDO: (Debilitado suplica) Es… es que... si tienen ustedes misericordia, yo... les juro... (Se arrodilla) por lo más sagrado... perdónenme... perdónense...

Evelyn jala el gatillo pero el arma está descargada. Lo hace una y otra vez hasta que cae desfalleciente por la impotencia.

GALLO: (A Evelyn) Deja... (Va hacia ella) de todas formas, (se refiere a Raimundo) a este, (Le quita el arma con suavidad) ya se le murió el alma.

Pausa. Manuel en su lugar dobla su periódico y lo pone bajo el brazo. Sin que nadie se percate excepto él, entra el baúl de nacho y se pone a su izquierda. Manuel abre la tapa, mira de un lado a otro y se mete dentro del baúl como jalado por otra voluntad. El baúl sale silencioso por donde entro. 

EL CHICHARO: (Temeroso al principio, luego enardecido) Miren, yo no sé ustedes, pero mi señora es una de esas que no se deja. La imagino en la oficina, clarito la imagino, la oigo  gritar: “Mi Ramiro Chicharo no, él no tuvo nada que ver”. Y es que  ella se preocupa por los niños que están muy chiquitos todavía. A mi no me harán nada. Cuando hablamos la última vez, me dijo: Ya párale Ramiro, esto no va “pa” ningún lado... Pero no, quien sabe que cosa tenia yo que me sentía como héroe por primera vez en toda mi vida y se me despertó lo de la solidaridad y me encerré en este calabozo. ¡Yo no estoy con nadie ni nada ni manco para no encontrar trabajo en otro teatro! No me importa si ustedes se pudren. ¡Me cae que no entiendo que hago aquí defendiendo ruinas! (A Raimundo) Yo si me voy. ¡Luego se ven!..

Se dirige decidido hacia la puerta de salida, Raimundo intenta seguirlo pero Ricardo y Chon lo detienen.  

JOSÉ LUIS: ¡Aguanta, Chicharo!

RICARDO: ¡Déjalo!

CRISTINA: (Al Chicharo) ¡No seas estúpido, en lo que averiguan seguro te encarcelan!

CHICHARO: (Casi en al salida al lobby a Raimundo) ¿Qué paso Raimundo?

GALLO: Raimundo no va a ningún lado.

CHICHARO: ¡Que sea lo que dios quiera! (Sale)

EL GALLO: (A Pai) ¿Qué, no lo sigues?

EL PAI: ¡Paso! (Ve al Diablo)

EL DIABLO: Paso. (Lo mismo)

AMADO TOMILLO: También paso.

EL TÍO: Paso... Todos somos de acá.

SALOMÓN: ¿Y si abre?

GALLO: No. No lo va a hacer.

RICARDO (A Chon en un extremo) Ve, y aviéntame una cuerda contrapesada. (Chon sale)

EVELYN: (En un arranque) Pues yo sí. ¡Y yo sí me voy también! (Corre hacia la salida)

LA SECRE: ¡Evelyn, no manita, no seas mensa!

CRISTINA: (Deteniéndola) ¡Tú no vas a ningún lado!

EVELYN: ¿Y por que no?

CRISTINA: A ti té dejó encargada tú mamá conmigo y no vas.

EVELYN: ¿Y hace un rato por qué me dejaste?

CRISTINA: No ibas sola, tú lo dijiste. Había esperanza de que salieras. Ahora no. ¡Y te callas! ¡No sales y punto!

EVELYN: (Empujándola) “Uste” no es nadie mío para detenerme. Además va el Chicharo.

CRISTINA: (Sujetándola) El Chicharo, es un idiota.

EVELYN: ¡Suélteme!

CRISTINA: Pues aunque no sea nadie tuyo y me hables de “uste” y todo lo que quieras, no vas. 

EVELYN: (En crisis) ¡Suélteme... déjeme, ya no me aguanto... no aguanto!..

Él Guasón y él Padrecito detienen a Evelyn


EL PADRECITO: Tranquila... Cristina tiene razón, puede ser hasta peligroso.

EL GUASÓN: Sí, tranquila Eve... tranquilita.

EL PADRECITO: (Nervioso) Todos sabemos que... sabemos que no estamos bien, pero yo pienso que ahora ya así como se presenta, sería bueno unirnos y hacer las cosas como se debe. ¿Qué hacer? No lo imagino. Pero el Chino está aquí ya frió y eso no es bueno y nos vamos cayendo en un hoyo negro y posiblemente nos encarcelen y entonces si será negro de adeveras y bueno... con estas armas... y cuando hablen… (Pausa) Yo... los quiero bien a todos.

VOZ OFF DEL CHICHARO: (Que grita hacia el exterior) ¡Sólo salir... salir!.. Oigan... ¿Qué? ¿Aquí? ¿Aquí las manos? Sí... ya puse mis manos... no hice nada...

RAIMUNDO: Lo van a matar.

RICARDO: (Saca de su cinturón de trabajo una cinta canela y se la pone en la boca a Raimundo) ¡Usted cállese!

GALLO: ¡Va a abrir!.. ¡Va a abrirles la puerta!

SALOMÓN: ¿No que no?

GALLO: No sé... ya no estoy seguro...

Los diálogos que siguen en off,   entre el Chicharo – que se escucha apenas - y la voz en el megáfono, se mezclarán o intercalaran con los del resto de los personajes.

VOZ OFF MEGÁFONO: (Ruido megáfono) ¡Identifiquese!

VOZ OFF DEL CHICHARO: (Ruido megáfono) ¡Sí, ya, ya... tranquilos!

VOZ OFF MEGÁFONO: Identifíquese.

VOZ OFF CHICHARO: (Gritando) Ramiro Chicharo Pérez. Yo no tengo nada que ver. Abriré... Les abriré la puerta. Nadie tiene nada que ver...

De tramoya baja una cuerda muy cerca de Ricardo. Este la toma y amarra a Raimundo.
Mientras tanto la acción no se interrumpe.

PAI: ¡Pues que sea lo que Díos quiera!..

EVELYN: ¡Ojala y sí les abra para ya irnos! 

GALLO: ¡Cállense!

DIABLO: ¡Irnos al infierno!..

GALLO: ¡Cállense!.. ¡Cállate, Diablo!..

DIABLO: (Fuera de sí) ¡Al meritito infierno que es donde nos esperan!.. ¡En el infierno cuajado de ánimas, espectros y esperpentos!

Ricardo le hace una seña a Chon, que se encuentra en tramoya, este sube la cuerda y Raimundo queda suspendido sobre el escenario. Justo en ese momento se escucha el ruido de la cadena de la puerta principal del teatro.

GALLO: (A todos) ¡Las armas, escondan las armas! (Nadie las deja. Se encuentran bloqueados por todo lo acontecido. Gallo, Bajando las escaleras de proscenio, grita hacia afuera) ¡Chicharo!..

DIABLO: ¡Y ya estuvo! (Al tiempo levanta la pistola treinta y ocho de uso oficial) ¡Ya estuvo bueno!..

Todos en el escenario retroceden. El Gallo, al escuchar la exclamación del grupo, voltea, y atónito ante la Dantesca imagen del Diablo que enarbola enfurecido el arma, y el cuerpo de Raimundo suspendido, dice entre dientes: ¡Con un demonio!.. El Diablo, dispara una y otra vez al aire justo cuando se escucha que la puerta del teatro se abre de par en par. Raimundo se contornea suspendido, con desesperación.

RAIMUNDO: (Se le dificulta hablar por la cinta en la boca) ¡No dispares!.. Son de salva... ¡No disparen!..

GALLO: ¡Párale, párale Diablo!..

Todos excepto el Gallo y el Diablo, se desvanecerán lentamente en la oscuridad. Debe dar la impresión de que sus cuerpos ceden ante el impacto de la respuesta armada de la policía.  Raimundo sin dejar de contornearse se pierde gritando tras bambalinas. El Gallo, como en otro tiempo, va hacia el Diablo que continua disparando. Incluso los disparos se escuchan retardados, como si ya no estuviesen allí. Un viento cruza el escenario. Las figuras acribilladas del Gallo y el Diablo se pierden lentamente en la penumbra, mientras del otro lado se continúa escuchando la respuesta armada de la policía, que de igual modo se diluye gradualmente en el tiempo. 



  
CUADRO
TRES


I
La atmósfera cambia repentinamente. Nacho entra con un paraguas por la izquierda. Atrás de él lo sigue su baúl.  Se escucha el tema musical de la película de Gene Kelly y Stanley Donen “Cantando Bajo la Lluvia”. Nacho baila con gracia y hace ademán de cantar  sobre la pista original.

NACHO: (Termina de cantar el fragmento del tema y se dirige a su baúl) ¿No puedes dejar de seguirme? Como si fueras mi condena o mi cruz o algo así que tengo que pagar en el purgatorio. Pero esto no es el purgatorio ni yo debo nada así que descansa en paz triste ánima y llégale a otro lado. Aquí huele a muertos frescos. (Camina hacia la izquierda y el baúl lo sigue, camina hacia la derecha y lo mismo) Menos mal que me morí en un baúl y no en brazos del Chino. (Ríe y se sienta en el baúl) Ya estará de Dios. Yo les decía a todos: Espantan... las ánimas avientan su vaho en los espejos de los camerinos y luego escriben allí mensajes y nadie me creía...

Alguien toca desde el interior del baúl. Repentinamente Nacho  se pone de pie y mira atemorizado hacia la tapa.

MANUEL (Saliendo del baúl) Como el vaho que nubla la visión de los hombres y les impide ver y comprender el sentido de la existencia. 

NACHO: ¡Manuel! Hace… hace mucho tiempo que no te veía.

MANUEL: ¡No necesitas verme cada que se te ocurre que pasa mucho tiempo!

NACHO: ¿Qué hacías dentro de mi baúl?

MANUEL: No lo sé, pregúntaselo a él. Me ha traído de un lado a otro sin dejarme salir. Es confortable hasta eso. ¿Cantabas?

NACHO: Un poco.

 MANUEL: (Ríe) Que ridículo. (Pausa) Sabes, cuando este teatro quede vació, y si es que no lo han demolido para entonces, vendré de vez en cuando. Me descolgaré desde lo alto solo para sentir esa sensación de caída. ¡Claro! Sujeto a un arnés. Me preguntaré  al ir descendiendo sobre el significado de la vida y todo eso.

NACHO: ¿La vida? La vida es para echarla a la suerte. Se va en un juego de dados por allá, rodando entre un par y una quintilla. Se vive perdiendo y ganando y tirando la última carta o dándole la vuelta o simplemente viviendo así como sí tal cosa.

MANUEL: (Sonríe) Ya veo. 

NACHO: ¿Y tú, Manuel, que piensas de eso de vivir?

MANUEL: ¿Para mí? Es solo el presente, pequeños momentos. Un instante. Y si como dice Borges, pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido...

NACHO: Bueno eso... es un poco difícil. (Ríe)


II
Las piernas y afores se levantan. Entra el Chino seguido de Juan, que continua flotando en su nube

CHINO: (Consternado) ¡Cállense!..

NACHO: ¿Qué te traes?

CHINO: Ellos vienen.

JUAN: José Luís, el Gallo,  Evelyn, Cristina… todos. (Pausa. Luego se dirige a Manuel) ¿Lo ves? Tú no has muerto.

MANUEL: (Muy impactado) ¿Aquí? ¿Vienen aquí?

JUAN: Sí.

MANUEL: ¿Murieron todos?

CHINO: No todos. El Chicharo y Raimundo se quedaron. (Pausa) A los demás, pues… los mataron.

MANUEL: ¿Quién… cómo paso? Yo estaba… ¿Entro la policía?

JUAN: ¡Silencio!

NACHO: (En voz baja) Si dicen que pasó, pues pasó Manuel, y eso es todo.

Una intensísima luz nace gradualmente arriba derecha actor muy al fondo, casi donde el desahogo termina. La luz se extiende como un abanico hacia el proscenio.

JUAN: (En voz baja) Ya están aquí…

Los personajes muertos emergen entre la luz en el fondo. Un fuerte viento proveniente de atrás,  hace que sus ropas y cabello se extiendan hacia el frente. Un efecto sonoro como una rasgadura en el tiempo. Música. Los personajes muertos avanzan hacia el grupo.

JUAN: Están aquí… ¿Los ves?

MANUEL: (Conmovido) Debió ser… ¿Cómo fue? ¿Y sus, cuerpos? ¡Tengo que regresar!

NACHO: ¡Espera Manuel! No es bueno en este momento.

JUAN: ( A ellos) ¡Escuchen!

Las voces y sonidos del plano real, como escuchados a través de una veladura o filtro, llegan hasta donde se encuentran los personajes muertos. Sus seres queridos y amigos. Pequeños niños. Diminutas vocecitas ahogadas. Sus esposas desgarradas en llanto. Cientos, miles de voces que protestan por el acontecimiento. Sirenas, patrullas, helicópteros, ambulancias. Los despliegues policíacos. La madre, el padre. Cristales que se rompen. Pasos, pasos, pasos. Todo se va diluyendo en la distancia. Entre muchas otras la voz de de la esposa del Gallo: ¡Marco!.. ¡Marco Antonio, contéstame por vida de dios… contéstame! ¿Estás allí? (Ecos) 

MANUEL: (Sobre el efecto de voces en el exterior) ¡Ya escuché suficiente! No quiero estar aquí. Déjenme ir del otro lado.

JUAN: ¡No es el momento Manuel!

MANUEL: ¡Yo se cuando! ¿Está claro?

Manuel corre en dirección a los personajes muertos que continúan avanzando muy lentamente entre la luz. Deberá parecer que Manuel materialmente los atraviesa al pasar entre ellos. Justo cuando eso sucede su tiempo ritmo cambia al de los personajes muertos pero en sentido contrario. Se le ve luchar por traspasar esa barrera.

JUAN: (Gritando a distancia con poca sonoridad) ¡Manuel!

VOCES DE LOS PERSONAJES MUERTOS: (También a través de un filtro y en otro tiempo. Deberán estar grabadas)

1-     No Manuel…

2-     Regresa…

3-      Espera…

4-     Por allí no Manuel…

5-     Caerás…

6-     Detente…

7-     Caerás Manuel…

8-     De lo alto, de muy alto.

9-     Allá te espera el vacío… (Ecos)

10- Necio… necio…

11-  Manuel.

 

Manuel logra pasar. Las manos de los personajes muertos se alargan tratando de detenerlo. Es inútil. Continúan avanzando hacia proscenio. Cada vez se les ve más felices, radiantes. Gradualmente destellan enorme alegría y rebozan una “vitalidad” arrolladora. Conforme se aproximan, se les ven los ojos iluminados y ardientes los rostros. No caben en sí de dicha. Se escucha una Música; en su momento se tornará paroxística. Los personajes se dejarán arrastrar también gradualmente por la música hasta el baile, como una expresión de máxima libertad. Se integran el Chino, Nacho, incluso Juan. Todos bailan incontenibles hasta el remate final, que tendrá que ser de dimensiones insospechadas. El escenario se oscurece rápidamente.

 

 EPILOGO  

El escenario desnudo. Aquí y allá, cuelgan bambalinas rasgadas. Las piernas, también ajadas y sucias en desorden. El espacio polvoriento da muestras de un gran abandono. Por algunos boquetes en el techo y paredes se filtra una  intensa luz ceniza del día.   La figura de Manuel recortada sobre un trozo de ciclorama azul, se descuelga de los telares. Va sujeto a un arnés. Ríe. Justo antes de tocar el piso se detiene. Se mese con suavidad. Toca finalmente el piso del escenario y suspira con gran satisfacción.



MANUEL: (Poco más viejo) Pasó mucho tiempo desde entonces. Este teatro nunca fue derruido en su totalidad. Quedo así, abandonado, semivacío. De Raimundo y El Chicharo no he sabido nada. Se diluyeron en el pasado, o se quedaron estacionados en algún lugar en el tiempo. Últimamente vengo de ves en cuando tal y como lo pronosticó Juan. De los demás, ya no escucho sus voces. Me escurro entre los escombros de la entrada principal, me paro en medio del escenario y  pienso en los grandes personajes. Entonces subo por las escalinatas hasta lo más alto y me dejo caer desde los telares una y otra vez, jugando con la muerte. ¿Invocándola? No lo sé.  Me gusta la sensación del vértigo. En ocasiones imagino la voz de Juan que me dice: “¿Entonces que Manuel, te dejaras caer algún día?” (Ríe para sí y toma el cable que lo sujeta al arnés) ¿Y sí en una de tantas este cable se rompe? (Pausa) Si eso sucede, ya no tendré que ascender más para luego precipitarme en el vacío. Pensare entonces en el gran Shakespeare

Se desengancha. Un Haz de luz proveniente de algún boquete en el techo lo baña por entero. Conforme Manuel dice el texto de Shakespeare, la luz se ira degradando hasta el oscuro final, como si una densa nube que augura tormenta, se interpusiera. 

“¡Apágate, apágate fugaz candela!  La vida sólo es una sombra que camina, un pobre actor que se contonea y consume su turno en el escenario, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y furia, que no significa nada.”





OSCURO LENTO



Dedico esta obra con gran respeto y cariño, a todos los técnicos y personal del teatro Julio Jiménez Rueda. INBA

Carlos Haro.




 2006.